jueves, 28 de junio de 2018

Maldeojos. Terrible cuento


Terrible cuento
Artículo publicado el sábado, 23 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)
     Bendito sea el fruto. El Señor permita que madure. Es el obligado saludo entre mujeres fértiles, con sus túnicas rojas y sus cofias blancas –estética que recuerda a las mujeres de Vermeer-, que vemos y escuchamos con un asomo de permanente desazón en una de las series que más me han perturbado en su estreno. Hablo de The handmaid´s tale, o sea, El cuento de la criada, que emitió el martes Antena 3 conmocionando a este espectador. Resumida, la historia habla de una sociedad fascista, teocrática, dominada por las clases altas cuyas mujeres suelen ser estériles, que cuenta con campos como de ganado para mujeres fértiles cuyos apreciados vientres sólo son vehículos para gestar criaturas que conformarán las familias del poderoso. Sólo escribirlo aterra. Verlo en pantalla es un buen, excelente mal trago.
     La estética, la planificación, las frases íntimas de la protagonista como un balsámico aire fresco que le sirven para vivir su drama con cierta distancia –debo de lavarme y cepillarme como un cerdo de concurso antes de la ceremonia, dice la enorme, contenida y fascinante Elisabeth Moss-, todo, todo en esta arrebatadora e inquietante distopía está al servicio de una historia perversa con fotografía exquisita, virada al sepia y a los tonos azulados para dar sensación onírica siendo, como es todo, de un realismo abrasador. La agresividad y violencia sistemáticas son de un refinamiento repugnante. Jamás había visto un acto sexual tan repulsivo, mecánico y sucio como la escena en que la mujer fértil, ante el gesto impávido de la estéril, aguanta la penetración del señor bajo el amparo del relato bíblico que la justifica. Todo es brutal y salvaje. Véanla.


Maldeojos. Trono en guerra


Trono en guerra
(Artículo publicado el jueves, 21 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     De la sólida cohesión a la sólida descomposición. La peor guerra es entre iguales. Y las cadenas de televisión, que aman un hilo de sangre, una mancha de semen, una disputa, más que un tinto de verano, llevan días frotándose las manazas con la guerra del PP. Las tertulias son monotemáticas, dejando algún hueco para naderías como la entrevista en TVE de Pedro Sánchez, al que por analizar le analizaron en Espejo público hasta la forma que tuvo de sentarse y de cruzar los pies, en general, dijo el experto, con aspecto relajado, pero en alguna ocasión notando la presión ejercida por sus entrevistadores, Ana Blanco, siempre correcta, serena, mostrando una vez más su natural hieratismo, como impávida, y Sergio Martín, atolondrado, ininteligible. Pero no, no noté presión periodística sino balsámica por mucho que lo diga el experto según el cruce de pies del presidente.
     Apenas un par de titulares salieron el lunes. Destaco la firme decisión de dar un giro a los medios públicos con o sin el apoyo del PP, que viene importunando la renovación del Consejo de Administración, ahora con la connivencia de Ciudadanos, para que nada cambie en el feroz control de la barca de RTVE. Barca que, y ahora sí entramos en la guerra, en la sangre, en el estacazo y la descomposición del PP, hace aguas cuando apenas hace unos días que Mariano Rajoy pasó a mejor vida –política-. Con la irrupción de Soraya Sáez de Santamaría por hacerse con el partido y con el ansia viva de Cospedal por lo mismo, además de otros tantos aspirantes, tertulias y programas ya tienen su presa amarrada. La guerra por el trono del PP es un buen producto televisivo.


viernes, 22 de junio de 2018

Maldeojos. La primera


La primera
(Artículo publicado el martes, 19 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     La primera, en la La Primera, en La 1, en TVE, en la de todos. Anoche, en directo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, concedió su primera entrevista a un medio, y fue, con buen criterio, a la televisión pública, mejor, a RTVE, porque la conversación se emitió a la vez en RNE, en el Canal 24 Horas y en la web de La 1. Es otro gesto, usando el término que, con un poquito de desprecio y mala intención usa el PP, que pretende restar importancia a los gestos. Pues que siga habiendo muchos si van en la misma dirección que hasta ahora –Gobierno, incluso rapidez para poner y quitar ministros, ejemplar acogida de refugiados, apuesta firme por las energías limpias-. Pedro Sánchez es objeto de deseo informativo. Ana Pastor, La Sexta, reivindica la promesa que le hizo un día Sánchez de acudir a El objetivo antes que a ningún otro si llegaba a La Moncloa.
     Pues no. No ha cumplido su palabra. Y ha hecho bien. La tele pública atraviesa uno de sus momentos más chungos de manipulación y descaro partidista a favor del PP, así que la decisión del presidente del Gobierno tiene un valor añadido. El de apoyar el pisoteado trabajo de la mayoría de periodistas de la casa, que muestra su descontento con todo tipo de manifestaciones, entre ellas la del triste “viernes negro” –por el color de la ropa que llevan el viernes delante y detrás de la cámara-. También fue la primera vez que el juez José Castro, el que juzgó a la infanta Cristina y a Iñaki Urdangarín, que anoche durmió entre rejas, concedió una entrevista, y lo hizo, ahora sí, a El objetivo de Ana Pastor. Excelente trabajo. El juez dijo cosas que ponían los pelos de punta. El presidente acertó en la elección de cadena para su primera entrevista. El juez, también.



jueves, 21 de junio de 2018

Maldeojos. Las caras de Chicote


Las caras de Chicote
(Artículo publicado el domingo, 17 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     El cocinero Alberto Chicote es muy fácil de imitar, para quien sepa imitar, claro. Quizá de fábrica ya saliera poniendo gestos, haciendo aspavientos, abriendo los ojos como las brótolas, enseñoreando sus mejillas gordas como las vacas enseñan las ubres, mirando así, como pone sus ojos espantados Roberto Brasero, el del tiempo de Antena 3, otro que tiene una imitación asegurada como cada pueblo tiene la excusa de su virgen para irse de romería. Que Chicote es imitable no admite dudas, y de hecho Berto Romero, hasta ahora –desconozco si el gran Raúl Pérez ha hecho suyo al cocinero- su único gran imitador, lo ha retratado con sabia fidelidad tirando del personaje como un personaje de chirigota, exagerado, destacando sus camisolas de verbena y payasos, sus espantos, sus caras de muñeca gruñona. Pero también es verdad que si vas a un restaurante asturiano y te das cuenta de que la fabada que sirve, insisto, la fabada, es de bote, es como para, tal como dice el chef, alucinar pepinillos. Hay un momento, que pueden ser varios, que se repite en cada entrega de Pesadilla en la cocina –se emite su sexta temporada-, y es un momento cumbre, estelar, estructural, dogmático, esperado, glorioso. Es cuando, harto de escuchar a la dueña del restaurante culpar a los demás del fracaso del negocio pero la señora se toca la flor a tres manos, Chicote sale por la puerta de atrás de la cocina, que sí, que siempre hay una puerta de atrás, la cámara lo sigue, y así, como un astado joven que sale de los toriles y aprendió a embestir en el campo, cabecea, resopla, casi babea, y trata de explicar el sindiós que hay dentro, que sólo puede ser nauseabundo en la parte higiénica, incomestible en el arte del fogón, e insostenible en las relaciones de los jefes con el personal, que puede ser dócil y manejable o asilvestrado y guerrero. La imagen de Chicote en esa escena crucial de estampida ante la anarquía en la cocina es peculiar porque sale distorsionado al ser una toma en picado, es decir, el cámara es más alto que él, de modo que la imagen de testuz de becerro es marca del programa. Es ahí donde Chicote ha fabricado la diferencia.

Alucino pepinillos
     En el fondo, todos llevamos un Chicote dentro. Unos con más registro de caras, otros con las justas para ir tirando. Mariano Rajoy el fenecido es de los de amplio registro, pero ya no nos vale, y además no hay que importunar a los jubilados que se ganaron su pensión para ver como señores el Mundial, feliz como una perdiz. Aznar es de pocos gestos, sabiendo que el Resucitado con uno solo va sobrado, que los dioses no necesitan de muchos trucos para acojonar, perdonar, redimir, condenar, someter, advertir, enviar el batallón que originará el Apocalipsis si no está él, y por eso sin mover el labio lo mismo te bisbisea un “estoy aquí para salvaros de nuevo” que un “os lo advertí, así que ahora os veis como os veis, derrotados, acobardados y rodeados por los rompedores de Esssspaña”. Huy, qué miedito Aznar, ponga la cara que ponga. O sea, la de siempre. ¿Y nuestro flamante presidente? Pedro Sánchez es otro de restringida expresión. Con una, va que chuta. La de Mister Profindén es la moneda que abre todas las puertas. Indagar en su sonrisa, que es el meollo del potorro del presidente, es concluir que tiene dos matices, con la boca abierta, enseñando sus gongorinos dientes de perlas blancas, y cerrada, con sus, también gongorinos, labios de grana fina. Y ahí está todo resumido. Incluso lo que quede por venir de su gestión. La pena es que no haya un Chicote que asista al Consejo de Gobierno, y de vez en cuando salga por la puerta de atrás seguido por la cámara, se siente en cualquier bordillo, se ponga las manos en la cabeza, resople como un morlaco, se abra la camisa estampada como si a Agatha Ruiz de la Prada se le hubiera ido la pinza con los colores, y nos resuma la situación en dos palabras de peso, alucino pepinillos.

Vis a vis real
     Otro a quien no podemos ver más gesto que el que tiene es a Kiko Matamoros, que ha regresado triunfal a su origen, a Sálvame, como un Aznar borracho de venganza. El gran divo, como las grandes superestrellas, pasó por el quirófano para darse el típico tironcillo, pero como a todas ellas, al final le puso al cirujano el acelerador en la mano y fue un no parar aplanando los campos de Marte de su cara. Y así se quedó, espantando y total, efervescente y alucinado, matamoros y vivalavirgen, dispuesto a dar espectáculo sangriento como, atención, Defensor de la audiencia. Hay que tener un sentido del humor a la altura del despiporre de La fábrica de la tele para meterse esos términos en el cuajo. Claro que no olvidemos que puesto tan descacharrante en programa de tanto esputo ya lo ocupó María Teresa Campos. No digo más. Aun así, a pesar de la dificultad del ganso para poner diversos gestos, consigue a veces dibujar en la planicie estirada de su jeta caras de asco y dolor, de asombro y altivo desprecio. Hasta Belén Esteban, que tiene la totalidad de los gestos de cualquier ordinaria de manual, se vino abajo con un comentario de Matamoros al tiempo que creó otra nueva mueca, impactada por el veneno del colega. Más que registro de gestos, abanico de caras, despliegue de caretas, el señor Mario Vaquerizo es la mueca de la impostura y el fingimiento por excelencia. Pura farsa. Alucino en las brumas de la tiniebla con su vuelta a MTV con el teatrillo irreal de Alaska y Mario, y van cinco temporadas, cinco años de brillantes chuminadas de esta pareja S.A. industrial.  ¿Y cómo es la cara del duque empalmado en la actualidad? La esposa de Iñaki Urdagarín aprendió desde la cuna a no mostrar en público sus sentimientos, de ahí que Cristina de Borbón sale de casa con la foto de su rostro elegida para el día, y es la misma llueve, truene, o haga sol. El duque aprendió hieratismo a su paso por los juzgados, carrera que le llevará a la cárcel en horas. ¿Se imaginan las caras del desfogue matrimonial en su vis a vis real? Ahí todos somos un poco Chicote.

La guinda
Tronistas
Tirando de ironía y de mensajito a Mediaset se despedía en directo el jueves Javier Ruiz del clausurado Las mañanas de Cuatro, programa de actualidad política que ha venido emitiendo la casa durante doce años. Las naciones prosperan o decaen con su prensa, dijo Javier –¿pensando en Vasile?-. Y después, “mañana, a la misma hora, Mujeres y hombres y viceversa”. Frente al periodismo, los tronistas de Emma García.

miércoles, 20 de junio de 2018

Maldeojos. De golpe


De golpe
(Artículo publicado el sábado, 16 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Casi todo en la vida pasa de golpe, hasta la muerte, por mucho que ésta se anuncie en forma de enfermedades que postran en la cama a sus perseguidos. De golpe, y con ganas como hacía tiempo no recordaba, vi el otro día a la primera reportera de Más vale tarde, en La Sexta, montando su performance en la playa, ya cogía y enseñaba la sangría, ya cogía y enseñaba la crema protectora, para dar fe de que las temperaturas en Estepona alcanzaban los 30 grados. Y en el plató la meteoróloga explicaba a Alberto Herrera lo malo que es ponerse estos días a pleno sol porque los rayos caen a plomo. De golpe, por más que la peña lo supiera, el jueves desapareció Sálvame a la hora de Sálvame, cosa notable, tanto que en vez de ver a Jorge Javier Vázquez dar pasitos por la pista del circo apareció alguien más feroz e inquietante, Vladimir Putin, inaugurando el Mundial de Fútbol 2018 detrás de unos gruesos cristales antibalas.

    O sea, que de golpe  el Mundial está aquí. Por estar, y de golpe, hasta ha llegado un nuevo ministro de Cultura a la cultura y al deporte, José Guirao, dicen los expertos de ambas industrias que el sustituto de Máxim el Breve sabe lo que significa esa cartera. Y en tiempo de Mundial, y con no sé qué lío del entrenador Julen Lopetegui, al ministro van y le preguntan por el lío. Sensato, con prudencia, Guirao ha echado balones fuera –reconocerán que el símil es acertadísimo- pidiendo que le dejen unos días a ver si empieza a enterarse de algo, que lo del fútbol no es lo suyo. Y de golpe, el PP, atacado de amnesia, pide dimisiones cada diez minutos, incluyendo la de Pedro Sánchez, para adecentar la política del país. Pues yo, de golpe, me pondré ciego de gambas. Hala.   

lunes, 18 de junio de 2018

Maldeojos. No son iguales


No son iguales
(Artículo publicado el jueves, 14 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Este Pedro Sánchez es un demonio. No lleva ni una semana de presidente de Gobierno y ya está dando muestras de ser quien uno no creía que era. La otra noche, cenando en casa de unos amigos, me quedé pegado a la pantalla cuando alguien advirtió de lo que se decía allí, con letrero de titular incluido e imágenes ilustrativas en el informativo de Antena 3. Que el Gobierno acogerá por el puerto de Valencia a una horda de negros que vagan por el mar procedentes de Libia, y a su vez de infiernos particulares de hambre y horror. Que los gobiernos de Malta y de una Italia en manos de la ultraderecha cerraron los suyos y que cada perro se lama su capullo. Que Josep Borrel, reciente ministro de Exteriores, con el aplomo de los zorros, cortó en seco la posible tontería de quienes rechazan el ofrecimiento con esta sentencia, “la otra opción es que se ahoguen las 629 personas”. El presidente valenciano, Ximo Puig, y el ayuntamiento de la ciudad, son la raíz de este despiporre en nombre de la “solidaridad real”, según Bruselas.
     
     De nuevo, y en cuestión de horas, medio mundo mira a España con perpleja admiración y aplaude las decisiones del presidente socialista. Este Pedro Sánchez es un diablo. El subidón de orgullo, el nivel de contentura, y la satisfacción de ver cómo los hechos no son como eran porque se puede gobernar con otro criterio desmontan lo que la mayoría, incluido este comentarista, tenía interiorizado, que da igual quien gobierne, que todos son iguales y que no hay diferencia. Y llega Pedro Sánchez y pone la idea patas arriba. No da igual quien gobierne. No es lo mismo el PP y Mariano Rajoy que este PSOE de Pedro Sánchez y su Gobierno. No son iguales. Esta marca España me gusta. Mucho.

viernes, 15 de junio de 2018

Maldeojos. Impresentable


Impresentable
(Artículo publicado el martes, 12 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Lo peor que le puede pasar a un presentador es que el espectador, este espectador, lo vea como un presentador impresentable. Si afino el tiro me salen varios. Si afino aún más y me quedo en TVE me siguen saliendo varios, y de mucho peso si lo impresentable fuese un valor medido en kilos. Pienso en Javier Cárdenas, al que le han subido el sueldo en el nuevo contrato que ha firmado con la tele pública. Por cierto, es una desfachatez lo que está haciendo la dirección de la casa, quizá con las horas contadas después de que el PP, al fin, haya desbloqueado la renovación del Consejo de Administración, ya que está comprometiendo a la futura directiva, pero el jefe, José Antonio Sánchez, se pasa estas tonterías por los bajos de su vientre. Javier Cárdenas es un presentador impresentable, digo. Me da tiricia. O sea, hablo de cosas que se escapan a la razón. Son manías.

     Otro, también de la misma cuerda –vocal- es Sergio Martín, con evidentes problemas no sólo de dicción sino de contención. Presenta Los desayunos con agónico partidismo, con ansiosa y patética inclinación hacia el PP, y un mal disimulado rechazo, quizá odio, al PSOE, y sobre todo a Podemos. En la toma de posesión del Consejo de Gobierno de Pedro Sánchez fue tomando cuerpo, sobre la marcha, la fórmula ya famosa del consejo de ministros y ministras. Pues bien, al presentador impresentable, con dicción a la mitad porque el resto se lo traga como un Cárdenas cualquiera, esa fórmula empezó a ponerlo nervioso, a no gustarle. Y se le escuchó “¿pero cuántos más gestos hacen faltan? cuando Lucía Méndez comentó que también el de Interior, Grande-Marlaska, lo había hecho bien usando esa fórmula de promesa. Al impresentable no le gustan los gestos.



jueves, 14 de junio de 2018

Maldeojos. Adiós, política, adiós


Adiós, política, adiós
(Artículo publicado el domingo, 10 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     La semana que entra, con la llegada como un tsunami del Mundial de fútbol, el viento huracanado se llevará por delante el último baluarte, la última trinchera, las únicas horas que Cuatro dedicaba a la política. El griterío de los campos por medio mundo, luchando unos con otros para llevarse el premio a casa, cerrará el pico al griterío de la tertulia, y Las mañanas de Cuatro dirá, adiós, amores, adiós para siempre. Y con el programa se irá Javier Ruiz, un señor íntegro, un periodista cabal, un tipo honesto, un peleón, así que hay que sentirlo y dolerse por la decisión de la cadena. Se quiso vender la burra de que el programa se iba porque el fútbol es un Armagedón que todo lo arrasa, que deja sin aire el aire que le rodea. Pero qué va. Detrás hay razones de empresa. Yo creo, como pasó con su anterior presentador, Jesús Cintora, que incluso puede haber ruido de eso tan tenebroso como el apagado pero incesante roce de pasos sobre las moquetas de este y aquel despacho, como el repiqueteo amortiguado, codificado y negado de teléfonos que suenan a altas horas de la madrugada. Y también, quizá en la misma cota de porque yo lo valgo, porque a Paolo Vasile, que es un maestro Joao del espectáculo, un Rappel que huele el quemado del horno antes de que la dorada se chamusque, ha visto que Cuatro no es cadena para que analistas como Antón Losada, en una esquina del mundo, en la izquierda, o Alfonso Merlos, en la otra, en la derecha a la derecha del padre, se tiren los trastos ideológicos a la cabeza cuando para eso, y con excelencia, ya lo hacen en la misma casa abducidos por los anabolizantes como los maniquíes, con pito o con chichi, de Mujeres y hombres y otros besugos. El eclecticismo televisivo puede tener más o menos cabida en modelos de televisión que no sean el de Mediaset. Pase, quizá por imperativo legal –aunque lo ideológico se lo pase por el negro que los viernes se ponen presentadores como protesta por el servilismo de la dirección del ente ante el Partido Popular-, que TVE tenga una parrilla diversa, y que Atresmedia, sobre todo Antena 3, indague en diferentes formatos para diversificar su oferta, pero Cuatro se ha quitado la careta. Y se deshace de lo que emborrona y desdibuja su perfil de cadena pensada para audiencias, digamos, con espíritu friqui, raro, extravagante, que disfruta con realidades paralelas, con entretenimiento alejado del Parlamento, de la Bolsa, de la religión, o de la cultura.

Ya es mediodía
     Poderes económicos, poderes políticos, intereses económicos, intereses políticos… si lo hemos conseguido o no, juzguen ustedes, decía el otro día Javier Ruiz confirmando que el día 14 se cancelaba para siempre Las mañanas de Cuatro, es decir, que no volvería ni cuando terminara el Mundial. Las mañanas de Cuatro no es menú de audiencia que se pone hasta el cogote con filetes de Los Gipsy King, con encurtidos como el mentado de los hormonados, con vísceras del restaurante de First dates, con chicharrones al corte de Granjero busca esposa o de lomitos a la sal de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Eso sí, la política sí interesa en Telecinco. Que se quite Elisa Beni o José María Calleja de Cuatro, que la politóloga Belén Esteban analizó en “mi programa”, con la hondura y capacidad deductiva que la caracteriza, la nueva situación con el cambio de presidente y Gobierno. “No quiero que esté Pedro Sánchez de presidente”, dijo. Punto pelota, digo yo. Con la Esteban y cuatro más del club de Ana Rosa, Telecinco va sobrada. No hace falta ni que Sonsoles Ónega se estrelle cuando el viernes estrene Ya es mediodía para combatir a la imbatible La ruleta de la suerte, donde reina a la misma hora en Antena 3 el monarca Jorge Fernández. ¿La audiencia interesada en el chismorreo de personajillos de Supervivientes o el programa de irrealidad de turno en lo de Quintana se va a quedar arrobada con los tertulianos políticos de Ya es mediodía –anda que el nombrecito-? Lo dudo, pero Vasile, el Sandro Rey de Mediaset, sabe del negocio más, mucho más que yo, que no tengo ni idea. A la vista está dedicándome a esto.

Culo y futuro
     Ante panorama tan despejado en la mañana de Cuatro, el que se frota las manos, más, es el ventilador humano Antonio García Ferreras, que se pondrá loquito de contento al quedarse solo como un jabato ante las hordas de la política, qué jugada, qué gran jugada de Paolo Vasile. A los espectadores naturales de Telecinco, criados con tesón y mimo por la cadena con productos de charcutería de zoco medieval, les interesa la política tanto como al tronista de turno la poesía oriental. Eso sí, en el resto del espectro donde el espectáculo puede sobrevivir, incluso en ambientes de toxicidad manifiesta para los no iniciados, está la empresa. Me entero de que el mentado maestro Joao, como vidente, brujo, liante, impostor, sacacuartos, pintamonas, cantamañanas, y un largo etcétera de naderías, adivina el futuro de los Supervivientes leyéndoles las nalgas. Unos leen lo por venir en el poso del café y el Joao este se agarra al culo de los jóvenes y les saca toda la pringue que la decencia televisiva permite. Yo también lo haría, qué puñeta. Si el mercado de la carne está fatal en Supervivientes, me invento lo que haga falta para pillar cacho, eso es política posibilista,… ¿Leen culos en Supervivientes, se preguntaba el maestro Andréu Buenafuente? Eso es televisión, sentenció. Joao dijo de un tal Alejandro Albalá, después de meterle un poquito el dedo en la raja del culo, que tiene culo de emperador, y que se sentará en sillas muy importantes. Está claro, Joao es un crack. Eso es televisión. También lo es el milagro de hacer como que importa lo que diga, haga, piense, sentencie, rumie, excrete, dispare, beba o clame Rosa Benito –en Viva la vida, lo de Toñi Moreno-, que de peluquera de Rocío Jurado dio el triple salto vital al estrellato. Para qué le hace falta la política a Mediaset si tiene en nómina a peluqueras pintureras y a un señor que lee el futuro viendo la forma del culo ajeno.

La guinda
Jalis el enviado
El jueves se emitió en La Sexta el último Enviado especial, que Jalis de la Serna defiende con sobrada capacidad. Toda la temporada ha estado marcada por el común denominador de “viajar al futuro” para saber cómo será viendo lo que ya es realidad en algunos lugares. Como en Estonia, el país más digitalizado del mundo.  Enviado especial demuestra que el periodismo de investigación puede ser muy atractivo.

miércoles, 13 de junio de 2018

Maldeojos. Máxim


Máxim

(Artículo publicado el sábado, 9 de junio, en diarios de EPI PRESS)

     Pues sí, es verdad que suena raro, es verdad que se pueden hacer chirigotas, es verdad que del gobierno de Pedro Sánchez su nombre podría chirriar, es cierto que todo eso es cierto. ¿Por qué el nombre de Máxim Huerta ha provocado tanta polvareda, quizá la única polvareda de un Gobierno que ha dejado con la boca abierta a la mayoría, incluso a la oposición, que ha tenido que hacer esfuerzos para oponerse con palabrería hueca y sobreactuaciones, como las del siempre exagerado Rafael Hernando del PP? ¿Por qué? ¿Por qué Máxim Huerta como ministro de Cultura ha sido el más cuestionado? Hago una reflexión. Margarita Robles, flamante ministra de Defensa, viene de la judicatura.  La jueza, o ex jueza, no ha cogido un fusil en su vida –permítanme la chocarrería-, y que yo sepa nada tiene que ver con el mundo marcial. Pero, como pasó con Dolores Cospedal, que tampoco era militar, nadie la ha cuestionado.

     Insisto. ¿Por qué se rechaza o al menos ha generado comentarios de mofa y retintín si se trata de Máxim Huerta, escritor y periodista, como ministro de Cultura? Podría decirse como también se ha leído en las redes en tono irónico, “un escritor, ministro de Cultura, ¿qué será lo próximo? Parece claro. Máxim Huerta en la cartera de Cultura ha generado tanta controversia y perplejidad porque viene del mundo de la tele, viene de programas informativos, y también del entretenimiento al lado de Ana Rosa Quintana. En lo suyo es una reina, pero en el mundo cultural -¿y cultureta?- el desprestigio de la televisión es evidente, y Máxim Huerta viene de ahí. Esa es la clave. No hay otra. Dejémoslo trabajar y ya veremos. Por cierto, Pedro Sánchez ha noqueado incluso a los propios. Ole y ole.


viernes, 8 de junio de 2018

Maldeojos. El Braceador


El Braceador
(Artículo publicado el jueves, 7 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Sabemos que el Cid Campeador, entre la leyenda y la realidad, ganaba batallas en el siglo XI después de haberla palmado asustando a los moros valencianos, que al verlo sobre su caballo huían despavoridos, al tiempo que a sus propias tropas les subía la moral porque también lo creían muerto. En fin, maravillosa historia de la historia. El martes, La 1, infatigable hasta el último aliento, señaló que no hay nada que se le ponga en su camino para demostrar que el dueño del cortijo es el dueño al que hay que seguir rindiendo pleitesía y que el PP ya no estará en el Gobierno, pero RTVE es suya. Las señoras de Amigas y conocidas, a cuyo frente está Inés Ballester, hablaban de sus cosas mientras Mariano Rajoy, en mitad del ruedo popular de más peso en su partido, decía que ya está bien, que se acabó su vida política, que es lo mejor para él, el PP y España.

     Dicen que llegó a llorar un poco. Pero no me lo creo ni aunque lo viera. Este señor es un corcho que sólo se emociona leyendo el Marca. Qué buen Mundial va a tener sin las tonterías de la gobernanza. A la mima hora, todas las cadenas, de La Sexta a Telecinco, cortaban sus emisiones para conectar con la sede del PP en la calle Génova. Menos la que tendría que dar ejemplo y guiar al resto. La 1 hablaba en ese momento de tormentas. La no emisión de momento tan importante, de tanta trascendencia para los ciudadanos, a los que la televisión pública dejó de nuevo huérfanos, negándoles la evidencia de la derrota de Rajoy el Braceador, es como intentar mantener vivo al fantasma después de muerto por si siguiera ganando batallas. A fantasma muerto, fantasma repuesto. Aznar ha resucitado. Y esto sí que da canguelo. O una risa que flipas.


jueves, 7 de junio de 2018

Maldeojos. Sin crucifijo


Sin crucifijo
(Artículo publicado el martes, 5 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Han tenido que pasar seis presidentes democráticos ante el jefe del estado para ver que en el juego de las diferencias algo nuevo ocurría en la recoleta mesita, vestida con telas acolchadas de un lujo señorial y sobre la que los nuevos presidentes decían de manera solemne que acatarían la Constitución. Ya sé que es una nimiedad, ¿lo es?, el hecho de que Pedro Sánchez, flamante presidente del Gobierno, acatase la Carta Magna ante lo que debe de acatarse, la Carta Magna. Tiene redaños que esa nimiedad, ¿lo es? sea tan llamativa que pasará a la historia como la primera vez que ocurre. Claro que hablo de los símbolos religiosos, ni crucifijo ni Biblia, de los que por expreso deseo del nuevo gobernante, desaparecieron en su toma de posesión en esa escena a la que estamos tan acostumbrados. Pedro Sánchez posó su mano sobre la Constitución. Ni la Biblia ni el crucifijo pintan, nunca han pintado nada, en ese momento de alto compromiso civil.

     Ni siquiera siendo creyentes los que toman posesión. La religión, la fe, la creencia, los símbolos externos, y mucho menos la manita sobre el libro sagrado de los católicos, ha de presidir un acto tan importante, tan solemne, y tan de vital importancia que afecta a los ciudadanos, a todos los ciudadanos de un estado, mil veces hay que recordar lo obvio, aconfesional. Me ha gustado el gesto, el primer gesto. Y no, no es una nimiedad. Cuando vi la sala de audiencias con los gerifaltes del estado marciales y atentos a la escena, y vi que en la pantalla, en el juego de las diferencias, faltaba el crucifijo y faltaba la Biblia empezó a caerme bien un Pedro Sánchez que, de golpe, dejó de ser un chichinabo para ser alguien con criterio. Mañana le echaré los perros, pero hoy…

miércoles, 6 de junio de 2018

Maldeojos. Baile de estrellados


Baile de estrellados
(Artículo publicado el domingo, 3 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)


     Perdonen que no me mueva mucho, pero es que tengo el lomo hecho fosfato molido.  Lo de ser famoso, famosillo, popular, conocido, y otros matices de lo mismo conlleva riesgos que el común, el populacho, ese al que entretenemos y en nombre del que casi siempre se hacen las mayores tropelías, no se entera porque sólo ve lo que quiere ver o, lo que es peor, lo que quieren que vea. Que si la última ordinariez de la ordinaria y atroz Carmen Gaona –absurda entre absurdas, chabacana entre chabacanas- en el plató de Supervivientes, que si el populismo exacerbado del presidente cántabro Miguel Ángel Revilla, esclavo de sí mismo y de su fama indeclinable, y por eso no le hace ascos a nada, ni a él mismo, ni a La Sexta Noche con Iñaki López y la política ni a ¡Viva la vida! y Toñi Moreno con, bueno, con lo que haga Toñi Moreno los domingos en la empresa de Emma García, condenada desde hace un porrón de años a coger el pene inalámbrico de Mujeres y hombres y no soltarlo ni para ir a hacer un pis, ay, qué cosita da verla así, envejeciendo sin poder soltar ese duro sexo con el que se gana la vida. La vida del famoso, del famosillo, del conocido, o de una pringada que se hace llamar Soy una pringada, es durísima. Lo de esta chica es alucinante en sí mismo, y en sí misma, un chorreo de orín caído del cielo excretado por cualquier ángel negro. Detrás de ese Soy una pringada está la ciudadana Esty Quesada, que al llamarse pringada y tal y tal sabe que sube puntos porque el calificativo de pringada, que a uno le saldría de forma natural para llamarla, ya está cogido por ella misma. Lista que es la chica, demostrando que los caminos hacia la fama son muy duros. Pues bien, la tal, que no podría formar parte de Bailando con las estrellas –por sus inabarcables arrobas- que es de lo que trata la pieza de hoy, o sí, porque a nadie sano se le hubiera ocurrido contar con Falete para Mira quién salta –a la piscina- y se contó con él revelándose como la morsa ideal para echar unas risas, la tal, digo, no baila con las estrellas en La 1, aunque sí ha subido al cielo de Flooxer, plataforma digital de Atresmesdia, con una historia dirigida por ella, te cagas.

¿Amelia Bono?
     Si Paquita Salas, historia de Javier Ambrosi y Javier Calvo, fue una revelación en esa misma plataforma, un producto de alta concentración de talento mostrado en sus dos temporadas, Looser, lo de Esty Quesada, es una puta mierda. Soy una pringada será una reinona de Youtube, con seguidores hasta en el tanga, pero como directora y creadora de historias, si tu ego te lo permite, te queda mucho que aprender, bonita, y sí, seguirás así, pringada y haciéndote la mártir, pero de transgresora, provocadora, que es tu meta, tu aspiración, lo justito, encanto. Ay, estas “youtuber” de aluvión se creen que la fama es hacer el chota, pintarse labios negros, hacer como que se ríen de su gordura para escupir al mundo su rabia y sus complejos, y salir indemnes, pero no, la fama es otra cosa. Lo dijo a su manera una concursante de Factor X, Carmen, antes de salir a escena, “he estado cagando, vomitando, y orando a dios para que me quite esta fatiga”. Pues eso, he visto el primer capítulo de Looser, la historia de Soy una pringada, con producción nada menos que de Globomedia, y casi le hablo a dios de tú, además de vomitar y cagarme la pata abajo, pero no tengo necesidad de más. Se acabó. Para estrelladas, las de la pista auténtica. Me voy con Roberto Leal y su colega Rocío Muñoz, a la que visten como una pava con plumas negras hasta el filo de las tetas, a ver qué pasa ahí. Pero nada más ver en la web lo que dura la entrega de Bailando con las estrellas me vengo abajo y me falta el aire. ¿Quién puede estar más de dos horas y media ante la pantalla para ver un programa tan antiguo, tan casposo, tan revisto? Ni siquiera el morbillo de ver los mal llevados tocinos de David Bustamante restregándose con Yana Olina, su pareja de baile, justifica el atracón. Tampoco comprobar que sí pasan los años por la divina fea, la asimétrica Rossy de Palma, tomándose en serio el curro o, lo que es peor, mirar al vacío para no soltar la pota, o cagarse viva, mientras escucha con devota indiferencia las reflexiones de hueca solemnidad del jurado. Ya saben, eso de “el esfuerzo tiene su recompensa”, o “si trabajas, tendrás la satisfacción de sentirte útil”. Pues ni siquiera por ver a otro resucitado de entre los zombis del programa como jurado, el bailarín Joaquín Cortés, merece perder la madrugada ante oferta tan tontita. Lo único que parece digno de atención es el olfato de los productores para hacer la lista de aprendices de bailarín. El Hombre de Negro, –ex de El hormiguero-, Pelayo Díaz, Gemma Mengual, Manu Sánchez, Fernando Guillén, Manu Sánchez, o Amelia Bono. Perdón ¿He escrito Amelia Bono? ¿Quién es Amelia Bono?

Rajoy, cadáver
     Es una vergüenza. Esta señora sólo es hija del socialista José Bono y esposa del hijo de Raphael. Qué bochorno. Esta bailarina sí que es para quemar la pista y dar vueltas de campana. Es, como decía un trabajador de TVE ante la insostenible situación de la casa, un ejemplo de que, aunque no sea el caso, manipulación también es corrupción. Estas pequeñas corrupciones se hacen indigestas, nocivas. ¿Amelia Bono? ¿Quién coño es Amelia Bono? Pero para baile y bailongos, el del “Soy español” del inefable españolista José Manuel Soto, que ha encontrado su sitio en el mundo de la patria como negocio. El menda dice en ese vídeo que es don Juan, don Quijote, y hasta torero de pacotilla. Y por si faltara alguien en la orgía, otros españoles y mucho españoles, el torerito Fran Rivera y el cantamañanas Carlos Herrera. El inspiradísimo patriota de postal dedica su cachonda canción a “los pobres desgraciados que odian España”. Cuánto tonto anda suelto en la pista de baile enfangado en la que muchos han convertido a su España. Por cierto, hay que ir dejando sitio en Bailando con las estrellas, que el cadáver Rajoy pide paso. Como presidente fue nefasto, pero como bailarín no tiene precio.

La guinda
La gran dama
La 2 reaccionó el martes como se espera de una tele pública, homenajeando en el día de su último adiós, con los ojales de su vestido llenitos de jazmines, a la gran dama de la canción, a María Dolores Pradera, que deja un rastro del perfume de la elegancia, la fina ironía, un legado de canciones de un clasicismo siempre vivo, moderno. Repitió un programa ya emitido. Da igual. El corazón siempre agradece escuchar su voz.


lunes, 4 de junio de 2018

Maldeojos. Baile de estrellados


Baile de estrellados
(Artículo publicado el domingo, 3 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Perdonen que no me mueva mucho, pero es que tengo el lomo hecho fosfato molido.  Lo de ser famoso, famosillo, popular, conocido, y otros matices de lo mismo conlleva riesgos que el común, el populacho, ese al que entretenemos y en nombre del que casi siempre se hacen las mayores tropelías, no se entera porque sólo ve lo que quiere ver o, lo que es peor, lo que quieren que vea. Que si la última ordinariez de la ordinaria y atroz Carmen Gaona –absurda entre absurdas, chabacana entre chabacanas- en el plató de Supervivientes, que si el populismo exacerbado del presidente cántabro Miguel Ángel Revilla, esclavo de sí mismo y de su fama indeclinable, y por eso no le hace ascos a nada, ni a él mismo, ni a La Sexta Noche con Iñaki López y la política ni a ¡Viva la vida! y Toñi Moreno con, bueno, con lo que haga Toñi Moreno los domingos en la empresa de Emma García, condenada desde hace un porrón de años a coger el pene inalámbrico de Mujeres y hombres y no soltarlo ni para ir a hacer un pis, ay, qué cosita da verla así, envejeciendo sin poder soltar ese duro sexo con el que se gana la vida. La vida del famoso, del famosillo, del conocido, o de una pringada que se hace llamar Soy una pringada, es durísima. Lo de esta chica es alucinante en sí mismo, y en sí misma, un chorreo de orín caído del cielo excretado por cualquier ángel negro. Detrás de ese Soy una pringada está la ciudadana Esty Quesada, que al llamarse pringada y tal y tal sabe que sube puntos porque el calificativo de pringada, que a uno le saldría de forma natural para llamarla, ya está cogido por ella misma. Lista que es la chica, demostrando que los caminos hacia la fama son muy duros. Pues bien, la tal, que no podría formar parte de Bailando con las estrellas –por sus inabarcables arrobas- que es de lo que trata la pieza de hoy, o sí, porque a nadie sano se le hubiera ocurrido contar con Falete para Mira quién salta –a la piscina- y se contó con él revelándose como la morsa ideal para echar unas risas, la tal, digo, no baila con las estrellas en La 1, aunque sí ha subido al cielo de Flooxer, plataforma digital de Atresmesdia, con una historia dirigida por ella, te cagas.

¿Amelia Bono?
     Si Paquita Salas, historia de Javier Ambrosi y Javier Calvo, fue una revelación en esa misma plataforma, un producto de alta concentración de talento mostrado en sus dos temporadas, Looser, lo de Esty Quesada, es una puta mierda. Soy una pringada será una reinona de Youtube, con seguidores hasta en el tanga, pero como directora y creadora de historias, si tu ego te lo permite, te queda mucho que aprender, bonita, y sí, seguirás así, pringada y haciéndote la mártir, pero de transgresora, provocadora, que es tu meta, tu aspiración, lo justito, encanto. Ay, estas “youtuber” de aluvión se creen que la fama es hacer el chota, pintarse labios negros, hacer como que se ríen de su gordura para escupir al mundo su rabia y sus complejos, y salir indemnes, pero no, la fama es otra cosa. Lo dijo a su manera una concursante de Factor X, Carmen, antes de salir a escena, “he estado cagando, vomitando, y orando a dios para que me quite esta fatiga”. Pues eso, he visto el primer capítulo de Looser, la historia de Soy una pringada, con producción nada menos que de Globomedia, y casi le hablo a dios de tú, además de vomitar y cagarme la pata abajo, pero no tengo necesidad de más. Se acabó. Para estrelladas, las de la pista auténtica. Me voy con Roberto Leal y su colega Rocío Muñoz, a la que visten como una pava con plumas negras hasta el filo de las tetas, a ver qué pasa ahí. Pero nada más ver en la web lo que dura la entrega de Bailando con las estrellas me vengo abajo y me falta el aire. ¿Quién puede estar más de dos horas y media ante la pantalla para ver un programa tan antiguo, tan casposo, tan revisto? Ni siquiera el morbillo de ver los mal llevados tocinos de David Bustamante restregándose con Yana Olina, su pareja de baile, justifica el atracón. Tampoco comprobar que sí pasan los años por la divina fea, la asimétrica Rossy de Palma, tomándose en serio el curro o, lo que es peor, mirar al vacío para no soltar la pota, o cagarse viva, mientras escucha con devota indiferencia las reflexiones de hueca solemnidad del jurado. Ya saben, eso de “el esfuerzo tiene su recompensa”, o “si trabajas, tendrás la satisfacción de sentirte útil”. Pues ni siquiera por ver a otro resucitado de entre los zombis del programa como jurado, el bailarín Joaquín Cortés, merece perder la madrugada ante oferta tan tontita. Lo único que parece digno de atención es el olfato de los productores para hacer la lista de aprendices de bailarín. El Hombre de Negro, –ex de El hormiguero-, Pelayo Díaz, Gemma Mengual, Manu Sánchez, Fernando Guillén, Manu Sánchez, o Amelia Bono. Perdón ¿He escrito Amelia Bono? ¿Quién es Amelia Bono?

Rajoy, cadáver
     Es una vergüenza. Esta señora sólo es hija del socialista José Bono y esposa del hijo de Raphael. Qué bochorno. Esta bailarina sí que es para quemar la pista y dar vueltas de campana. Es, como decía un trabajador de TVE ante la insostenible situación de la casa, un ejemplo de que, aunque no sea el caso, manipulación también es corrupción. Estas pequeñas corrupciones se hacen indigestas, nocivas. ¿Amelia Bono? ¿Quién coño es Amelia Bono? Pero para baile y bailongos, el del “Soy español” del inefable españolista José Manuel Soto, que ha encontrado su sitio en el mundo de la patria como negocio. El menda dice en ese vídeo que es don Juan, don Quijote, y hasta torero de pacotilla. Y por si faltara alguien en la orgía, otros españoles y mucho españoles, el torerito Fran Rivera y el cantamañanas Carlos Herrera. El inspiradísimo patriota de postal dedica su cachonda canción a “los pobres desgraciados que odian España”. Cuánto tonto anda suelto en la pista de baile enfangado en la que muchos han convertido a su España. Por cierto, hay que ir dejando sitio en Bailando con las estrellas, que el cadáver Rajoy pide paso. Como presidente fue nefasto, pero como bailarín no tiene precio.

La guinda
La gran dama
La 2 reaccionó el martes como se espera de una tele pública, homenajeando en el día de su último adiós, con los ojales de su vestido llenitos de jazmines, a la gran dama de la canción, a María Dolores Pradera, que deja un rastro del perfume de la elegancia, la fina ironía, un legado de canciones de un clasicismo siempre vivo, moderno. Repitió un programa ya emitido. Da igual. El corazón siempre agradece escuchar su voz.


Maldeojos. A la calle


A la calle
(Artículo publicado el sábado, 2 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Hasta el último segundo ha demostrado su desprecio por las formas, su pasotismo personal por lo institucional a pesar de llenarse la boca, hasta desparramarse por sus barbas, con palabrería que decía lo contrario. El sillón vacío en su escaño del Congreso mientras los diputados ultimaban la espuerta para tirar los restos de detrito acumulados durante tantos años es la imagen que define no sólo a Mariano Rajoy como presidente de Gobierno sino al partido que lo ha sustentado, un Partido Popular enfangado que también hasta el último segundo ha pretendido hacernos ver que vive en su realidad paralela en lo social, económico, judicial, institucional, y político. Pero se acabó. Por ahora. Si gobernando, el PP ha estado contenido, en la oposición, también desde ya, desde el segundo cero, el PP será el partido que adelante, por la extrema derecha para sobrevivir, a un Ciudadanos que va a saber lo que es ser de derechas.

     Con poco que haga Pedro Sánchez hasta las elecciones, puede hacer algo que en estos dos días de infarto, de noqueo al Gobierno, de catatónico desbarajuste en el PP, ha ido demostrando TVE, materia televisiva de la que estas piezas se nutren, es decir, ha vuelto a ponerse al servicio de un partido corrompido hasta cotas inimaginables. Ana Blanco, en el especial moción de censura de La 1, tenía dos ojos abiertos retroalimentándose. Uno en el Congreso, otro en la Bolsa, usada por los esbirros como arma de canguelo. Es urgente un nuevo Consejo de Administración en RTVE, y por tanto el relevo de José Antonio Sánchez, nefasto currito del PP, arrogante, corrupto por manipulador, aunque por esos juegos de la arquitectura parlamentaria puede darse la paradoja de un PP en la oposición manejando los hilos de la pública. Pero hoy toca alegría. Rajoy, a la calle.


Maldeojos. El paisano


El paisano
(Artículo publicado el jueves, 31 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Los viernes, El paisano, el paisano Pablo Chiapella en La 1. Buen tipo, buen rollo, no parece fingir que se lo pasa bien cuando llega al pueblo con su jeep y se interesa por las historias que le cuenta la gente de la tierra, siempre pueblos de menos de mil criaturas. El paisano es Pablo Chiapella, es decir, el programa es él. Sin él no sería lo mismo, no sería el mismo. Tiene algunos puntos en común con Volando voy, el formato de Cuatro que presenta Jesús Calleja porque, además de visitar pueblos y descubrir curiosidades e historias no sólo del lugar sino de sus gentes, Volando voy es Jesús Calleja, es decir, el programa también es él. El paisano es un programa cómodo de ver, es un río simpático que puedes navegar sin sobresaltos, un programa que te acerca a costumbres que quizá no conozcas, a modos de vida que te son ajenos pero que forman parte de tu país, y al final, con un raro sentimiento de pertenencia, acabas entendiendo.

     En el segundo programa el equipo visitó Almonaster La Real, en Huelva. Y en él, el actor y monologuista –no suelo verlo en La que se avecina, una serie con la que mi sentimiento de pertenencia hace aguas y pide el exilio- da muestras de su magnetismo, sobre todo al final de la entrega, cuando reúne a los habitantes, como hace Jesús Calleja en Volando voy, y presenta las historias de sus compatriotas añadiéndoles un poco de sal y mucha pimienta irónica, cualidades que él maneja muy bien por su otra faceta, la del que hace monólogos ante el público. Es ahí donde se mete al personal en el bolsillo, y a los espectadores también. Es ahí cuando toca alabar las bondades del hombre, del profesional, y del ciudadano Pablo Chiapella, otro paisano.



Maldeojos. A porfía, Campeones


A porfía, Campeones
(Artículo publicado el martes, 29 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)
     Cuando chiquillo, tiempo de monaguillos en acción, cantábamos muy arrobados, sin pensar que aquello podría ser un aprendizaje para dar el salto a Factor X, con flores a María, con flores a porfía. A porfía. ¿Quién sabía lo que significaba aquello? Se cantaba y punto. El mes de mayo era, es, el mes de las flores, el mes de María. Hoy María es mi prima, la vecina, la presentadora de Las mañanas de La 1. Y la virgen en sus múltiples variaciones nominativas, por ejemplo la Almudena, la de Madrid. El domingo, como si me dieran un ostión en el cogote, posé el mando un ratillo en La Sexta y vi que Cristina Pardo sigue sin liarla, ni Pardo ni claro, pero en un cuadrito abierto en la pantalla vi que un tipo, Florentino Fernández, y unos atildados jóvenes, jugadores del Real Madrid, uno y otros con pinta de creyentes católicos como yo de figura del toreo, daban gracias en su catedral a la virgen madrileña por haber ganado otra Liga de Campeones.
     De hecho, la copa de Kiev fue ofrecida, a porfía, a la Almudena. Más tarde, siguiendo un estricto protocolo de ofrendas, saludos, sonrisas, agradecimientos y viva la vida, los obreros del balón, con los jefes, con los ideólogos, con sus entrenadores, se apiñaron ante el altar revueltos con un puñado de altos clérigos –sotana negra y fajines morados rodeando sus beatíficas lorzas- para hacerse la foto de familia. Aluciné, y eso que la religión católica –como las otras- es como el comodín de la llamada, sirve para todo. Incluso para en su nombre armar guerras, ejecuciones,  negocios, condenas, mover gobiernos, o adaptar arquitecturas legislativas a su corpus moral. Religión y fútbol es tan marciano como ejército y religión. Con balones a María, con balones a porfía.


Maldeojos. El gran fiasco


El gran fiasco
(Artículo publicado el domingo, 27 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     No, no me cebaré con Alfred y Amaia, ¿recuerdan? Hace un par de sábados volaban a dos metros sobre el suelo hipando en falsete una churretosa cancioncilla de colegio de pícaras monjitas que dejan que sus niñas salten la tapia para besar en la mejilla al chico de sus sueños, pero han de regresar a sus cuartos enseguida para que el demonio no se salga con la suya. Quedaron en Eurovisión donde tenían que quedar, en la cola. Hasta uno de los capos de Gestmusic, Tinet Rubira, productora de la Operación Triunfo de donde salió la pareja de gorriones, ha dicho se acabó, me bajo de este tren, “hasta aquí mi participación personal y profesional con Eurovisión, no habrá otra vez”. Pues bien, no me cebaré con los chicos, que bastante tienen con mantener esa sonrisilla lela, ese pastel de almíbar industrial, normalizado, ese pellizco en el esfínter para no irse de vareta, no me cebaré porque a estas alturas de mes ya nadie los recuerda. Ya han sido triturados por las dentelladas del olvido, infatigable y voraz. No hacía falta ser muy perspicaz para intuir el fiasco, el gran fiasco de Tu canción. Pero sí volveré a ese petardo de festival para mencionar lo que de él ha dicho Manel Navarro. No me ponga cara de acelga flipada al que no le suena de nada, porque el chico fue el representante de TVE justo hace un año en el mismo despiporre. ¿Ven? ¿Quién lo recuerda? Pues ha dicho que si él quedó el último con el gallo que le salió cantando en Kiev, Ucrania, este año ha ganado una gallina –refiriéndose al cacareo de Netta, la ganadora-. Razón no le falta, y humor tampoco. Como a Jorge Javier Vázquez, que por pasar, pasa hasta de la mierda en la que se baña los sábados en que el Deluxe reina en Telecinco como reina el fulgor de las antorchas de venenoso queroseno. Dice el donjuán de las redes, de los contactos y el ligue sin fronteras, que durante el Sálvame nocturno, mientras las obreras de la pista, de Kiko Hernández a María Patiño, se curran el despiece de sus invitados hasta donde marquen los acuerdos del contrato, él, Jorgeja, puede estar mandando y recibiendo vídeos guarros guarros en su móvil, es decir, que el jefe de la pista pasa de todo y, tal como era suposición general, va a su bola. Ni siquiera veo fiasco en la actitud del cachondo presentador. Sería tomar en serio lo que sólo es una pamema.

¿Sara Escudero?
     Pero pongámonos serios, tan serios como sea capaz para soltar gasolina diesel por las orejas y que arda el mundo hablando del fiasco, del gran fiasco, de las llamadas cadenas de TDT. Pregunto de nuevo, ¿recuerdan? El Gobierno, raudo y veloz, como todos los gobiernos que en España han sido, jugando con la potestad de dar o negar el pan y la sal a empresas del sector, concedió licencias para emitir en TDT, o sea, televisión digital terrestre, a Mediaset, Atresmedia, Real Madrid, 13 TV, obispada al poder, o al Grupo Secuoya. Al margen del mantenimiento del duopolio –emporios de Telecinco y Antena 3-, de aquellas licencias nacieron canales como Dkiss o TEN. En ellos me fijo ahora. Dígame un programa, uno solo, de Dkiss. Venga, dese un respiro, véngase arriba, usted puede. ¿Nada? ¿Ni siquiera le suena Mi vida con 300 kilos? ¿Tampoco El encantador de gatos? Bah, usted es un pringao. Pasemos a Secuoya, muy ligada al PP mediante contratos millonarios gestionando televisiones autonómicas donde gobierna el Partido Popular. Una cadena, TEN, que nace confiando en que uno de sus programas estrella es seguir la vida de una estrella ahora sin tirón como Rosa López es una cadena que nace muerta, y TEN nació cadáver hace dos años, y ahí sigue, arrastrando su fiasco con unas audiencias ni siquiera testimoniales. Secuoya, tócate la olla, está como loquita por ver si vende, traspasa, alquila, prostituye, quema, viola o se maquilla por si suena la flauta y da puerta a la aventura porque pierde millones a cascoporro. Normal. Como la otra, como Dkiss, su parrilla es una pestosa sucesión de programas basura comprados en los mercadillos de saldo yanqui. Pasado el plazo que establece la ley, hala, se puede alquilar la frecuencia y ganar unas perras, ¿verdad, señor Raúl Berdonés? Tras el fracaso de Soy Rosa, el realty, o el terrible Algo pasa con Ana –con Ana Obregón, en Dkiss, que aburrió a las ovejas-, ya ni siquiera intentaron emitir producción propia. ¿Qué le pasaría a Sara Escudero por el coco para dejar Zapeando, en La Sexta, y dejarse arrastrar por la llamada de TEN y hacer Sígueme el rollo que, como era previsible, nadie siguió? ¿Quién es hoy Sara Escudero? ¿Qué es hoy Dkiss, TEN? Un fiasco, un gran fiasco.

Eso es todo
     Y hablando de fiascos, de grandes fiascos, pide paso con sus labios gordos, con sus ojos entreabiertos y su monolítico gesto Jesús Castro, guardaespaldas del presidente de Gobierno en la serie de Telecinco aún no estrenada Secretos de Estado, que dice que cuando se emiten las series en las que sale –El príncipe, o Perdóname, Señor- no se ve nunca porque  no le gusta. Coño, como a mí, que no sólo no me gusta sino que me da risa verlo, y eso que el chico parece que se lo toma muy en serio, tanto que ha trabajado el gesto de su cara hasta alcanzar el máximo de rendimiento, y lo ha conseguido, ha conseguido poner la misma cara para todo, pase lo que pase a su alrededor, es decir, aprieta los labios, mira como un torillo al frente y, y ya está. Eso es todo, amigos, como decía con su voz de pito el conejo Bugs Bunny, en la despedida de su show. ¿Show? Ay, don Pablo Iglesias, ay, doña Irene Montero. Tanta revolución para acabar como los nuevos ricos de Galapagar. Vuelvo a lo que escribí aquí hace unos días sobre lo que se dijo en El intermedio porque me parece que, tras una semana de ruido y con razón mucha furia, resume la situación, el gran fiasco de don Pablo. En efecto, es más terrible la hemeroteca que la hipoteca de la pareja y su “proyecto de familia”. Si el líder de Podemos se envainara su verborrea, que descubre que lo que vale para otros no vale para él, de nada se estaría hablando en los platós. Qué fiasco, qué gran fiasco.

La guinda
La risa de Vasile
Parece que estoy viendo a Paolo Vasile. Ni siquiera se descojona de la gente que firma en una plataforma –Change.org- su malestar por el cierre repentino de Las mañanas de Cuatro, que presentaba, con mucho talento, Javier Ruiz. El programa miraba de igual a igual al de Ferreras en La Sexta, Al rojo vivo. Pues nada, fuera. La deriva de Cuatro hacia la extravagancia no es compatible con un magacín de tan sólida calidad.