Terrible cuento
Artículo publicado el sábado, 23 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)
Bendito sea el
fruto. El Señor permita que madure. Es el obligado saludo entre mujeres
fértiles, con sus túnicas rojas y sus cofias blancas –estética que recuerda a
las mujeres de Vermeer-, que vemos y
escuchamos con un asomo de permanente desazón en una de las series que más me
han perturbado en su estreno. Hablo de The
handmaid´s tale, o sea, El cuento de
la criada, que emitió el martes Antena 3 conmocionando a este espectador. Resumida,
la historia habla de una sociedad fascista, teocrática, dominada por las clases
altas cuyas mujeres suelen ser estériles, que cuenta con campos como de ganado
para mujeres fértiles cuyos apreciados vientres sólo son vehículos para gestar
criaturas que conformarán las familias del poderoso. Sólo escribirlo aterra.
Verlo en pantalla es un buen, excelente mal trago.
La estética, la
planificación, las frases íntimas de la protagonista como un balsámico aire
fresco que le sirven para vivir su drama con cierta distancia –debo de lavarme
y cepillarme como un cerdo de concurso antes de la ceremonia, dice la enorme,
contenida y fascinante Elisabeth Moss-,
todo, todo en esta arrebatadora e inquietante distopía está al servicio de una
historia perversa con fotografía exquisita, virada al sepia y a los tonos
azulados para dar sensación onírica siendo, como es todo, de un realismo
abrasador. La agresividad y violencia
sistemáticas son de un refinamiento repugnante. Jamás había visto un acto
sexual tan repulsivo, mecánico y sucio como la escena en que la mujer fértil,
ante el gesto impávido de la estéril, aguanta la penetración del señor bajo el
amparo del relato bíblico que la justifica. Todo es brutal y salvaje. Véanla.
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