Adiós,
política, adiós
(Artículo publicado el domingo, 10 de junio, en diarios del grupo EPI PRESS)
La semana que
entra, con la llegada como un tsunami del Mundial de fútbol, el viento
huracanado se llevará por delante el último baluarte, la última trinchera, las
únicas horas que Cuatro dedicaba a la política. El griterío de los campos por
medio mundo, luchando unos con otros para llevarse el premio a casa, cerrará el
pico al griterío de la tertulia, y Las
mañanas de Cuatro dirá, adiós, amores, adiós para siempre. Y con el
programa se irá Javier Ruiz, un señor
íntegro, un periodista cabal, un tipo honesto, un peleón, así que hay que
sentirlo y dolerse por la decisión de la cadena. Se quiso vender la burra de
que el programa se iba porque el fútbol es un Armagedón que todo lo arrasa, que
deja sin aire el aire que le rodea. Pero qué va. Detrás hay razones de empresa.
Yo creo, como pasó con su anterior presentador, Jesús Cintora, que incluso puede haber ruido de eso tan tenebroso
como el apagado pero incesante roce de pasos sobre las moquetas de este y aquel
despacho, como el repiqueteo amortiguado, codificado y negado de teléfonos que
suenan a altas horas de la madrugada. Y también, quizá en la misma cota de porque
yo lo valgo, porque a Paolo Vasile,
que es un maestro Joao del
espectáculo, un Rappel que huele el
quemado del horno antes de que la dorada se chamusque, ha visto que Cuatro no
es cadena para que analistas como Antón
Losada, en una esquina del mundo, en la izquierda, o Alfonso Merlos, en la otra, en la derecha a la derecha del padre,
se tiren los trastos ideológicos a la cabeza cuando para eso, y con excelencia,
ya lo hacen en la misma casa abducidos por los anabolizantes como los maniquíes,
con pito o con chichi, de Mujeres y
hombres y otros besugos. El eclecticismo televisivo puede tener más o menos
cabida en modelos de televisión que no sean el de Mediaset. Pase, quizá por
imperativo legal –aunque lo ideológico se lo pase por el negro que los viernes
se ponen presentadores como protesta por el servilismo de la dirección del ente
ante el Partido Popular-, que TVE tenga una parrilla diversa, y que Atresmedia,
sobre todo Antena 3, indague en diferentes formatos para diversificar su
oferta, pero Cuatro se ha quitado la careta. Y se deshace de lo que emborrona y
desdibuja su perfil de cadena pensada para audiencias, digamos, con espíritu
friqui, raro, extravagante, que disfruta con realidades paralelas, con entretenimiento
alejado del Parlamento, de la Bolsa, de la religión, o de la cultura.
Ya
es mediodía
Poderes
económicos, poderes políticos, intereses económicos, intereses políticos… si lo
hemos conseguido o no, juzguen ustedes, decía el otro día Javier Ruiz
confirmando que el día 14 se cancelaba para siempre Las mañanas de Cuatro, es decir, que no volvería ni cuando
terminara el Mundial. Las mañanas de Cuatro
no es menú de audiencia que se pone hasta el cogote con filetes de Los Gipsy King, con encurtidos como el
mentado de los hormonados, con vísceras del restaurante de First dates, con chicharrones al corte de Granjero busca esposa o de lomitos a la sal de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Eso sí, la política sí interesa
en Telecinco. Que se quite Elisa Beni
o José María Calleja de Cuatro, que
la politóloga Belén Esteban analizó
en “mi programa”, con la hondura y capacidad deductiva que la caracteriza, la
nueva situación con el cambio de presidente y Gobierno. “No quiero que esté Pedro Sánchez de presidente”, dijo.
Punto pelota, digo yo. Con la Esteban y cuatro más del club de Ana Rosa, Telecinco va sobrada. No hace
falta ni que Sonsoles Ónega se
estrelle cuando el viernes estrene Ya es
mediodía para combatir a la imbatible La
ruleta de la suerte, donde reina a la misma hora en Antena 3 el monarca Jorge Fernández. ¿La audiencia
interesada en el chismorreo de personajillos de Supervivientes o el programa de irrealidad de turno en lo de
Quintana se va a quedar arrobada con los tertulianos políticos de Ya es mediodía –anda que el nombrecito-?
Lo dudo, pero Vasile, el Sandro Rey de
Mediaset, sabe del negocio más, mucho más que yo, que no tengo ni idea. A la vista
está dedicándome a esto.
Culo
y futuro
Ante panorama
tan despejado en la mañana de Cuatro, el que se frota las manos, más, es el
ventilador humano Antonio García
Ferreras, que se pondrá loquito de contento al quedarse solo como un jabato
ante las hordas de la política, qué jugada, qué gran jugada de Paolo Vasile. A
los espectadores naturales de Telecinco, criados con tesón y mimo por la cadena
con productos de charcutería de zoco medieval, les interesa la política tanto
como al tronista de turno la poesía oriental. Eso sí, en el resto del espectro
donde el espectáculo puede sobrevivir, incluso en ambientes de toxicidad
manifiesta para los no iniciados, está la empresa. Me entero de que el mentado
maestro Joao, como vidente, brujo, liante, impostor, sacacuartos, pintamonas,
cantamañanas, y un largo etcétera de naderías, adivina el futuro de los Supervivientes leyéndoles las nalgas.
Unos leen lo por venir en el poso del café y el Joao este se agarra al culo de
los jóvenes y les saca toda la pringue que la decencia televisiva permite. Yo
también lo haría, qué puñeta. Si el mercado de la carne está fatal en Supervivientes, me invento lo que haga
falta para pillar cacho, eso es política posibilista,… ¿Leen culos en Supervivientes, se preguntaba el maestro
Andréu Buenafuente? Eso es
televisión, sentenció. Joao dijo de un tal Alejandro
Albalá, después de meterle un poquito el dedo en la raja del culo, que
tiene culo de emperador, y que se sentará en sillas muy importantes. Está
claro, Joao es un crack. Eso es televisión. También lo es el milagro de hacer
como que importa lo que diga, haga, piense, sentencie, rumie, excrete, dispare,
beba o clame Rosa Benito –en Viva la vida, lo de Toñi Moreno-, que de peluquera de Rocío Jurado dio el triple salto vital al estrellato. Para qué le
hace falta la política a Mediaset si tiene en nómina a peluqueras pintureras y
a un señor que lee el futuro viendo la forma del culo ajeno.
La guinda
Jalis
el enviado
El jueves se
emitió en La Sexta el último Enviado
especial, que Jalis de la Serna
defiende con sobrada capacidad. Toda la temporada ha estado marcada por el
común denominador de “viajar al futuro” para saber cómo será viendo lo que ya
es realidad en algunos lugares. Como en Estonia, el país más digitalizado del
mundo. Enviado especial demuestra que el periodismo de investigación puede
ser muy atractivo.
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