Yo, tampoco
(Artículo publicado el sábado, 22 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Por una vez, por
esta vez, estoy de acuerdo con doña María
Teresa Campos. La veo en lo que parece una sección semanal en Sálvame, lidiado ese día por Paz Padilla, o sea, lo peor que le
podía pasar a este espectador que huye de esta señora haga lo que haga. Pero
justo cuando la malagueña, vestida de colorines, dando lecciones de no sé qué,
pensaba irse, ayudada a levantarse por la directora de pista, se levantó rauda
de su trona la gran Lidia Lozano
para preguntarle, nerviosa como una colegiala, si por la noche, o sea, la del
jueves, vería el estreno de la nueva entrega de Supervivientes. No, contestó seca la protagonista de Las Campos, a la que PaoloVasile le quitó sin
contemplaciones ¡Qué tiempo tan feliz! ¿La
Campos no vio Supervivientes con tal
de fastidiar las audiencias y hacerle daño a Vasile? Mira que soy retorcido.
Pero no, no fue por eso. Fue porque no quería sufrir una taquicardia viendo
cómo se tiraba al mar desde el helicóptero su amado Edmundo, “que está estupendo, pero tiene su edad”.
Yo no vi ese
programa basura porque no me dio la gana, no lo vi esa noche ni lo veré ninguna
otra, y por si fuera poco, esa noche, el jueves, estrenaba Iñaki Gabilondo la segunda temporada de Cuando ya no esté. El mundo dentro de 25 años en Cero, uno de los
programas más interesantes, apasionantes, entretenidos y de calidad de la
actual televisión. Gabilondo viajó a Singapur para hablar con Parag Khanna, estratega global de una
lucidez asombrosa, con un discurso tan brillante sobre la conectividad entre las
grandes magalópiolis que se me pasó ese tiempo de televisión en un suspiro. Al
acabar, no hay ni que decir que en Telecinco aún seguían cayendo del cielo
mojones al agua.
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