¿Desproporción?
(Artículo publicado el jueves, 13 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Me enteré de la
muerte de Carme Chacón casi a las
nueve de la noche del domingo, o sea, unas pocas horas después del triste
suceso. En cuanto te descuidas de los medios, de las redes, y me suelo
descuidar a mucha honra, puede saltar la liebre en forma de ay. Me paralizó la
noticia. No sabía, o no recordaba, que padecía cardiopatía congénita, y que la
mujer, gran batalladora, llevó ese lastre consigo sin atarle demasiado. De
hecho me enteré de que los médicos le habían dicho que sería difícil que
llegara a ser madre, y ahí está, todos tenemos la imagen de la mujer
embarazada. De lo personal, fue mamá de Miquel,
ahora con 8 años, a lo público. Y lo público tiene la cara de una mujer con un
barrigón del quince, preñada de 7 meses, que se fue a Afganistán a visitar a
las tropas españolas y, frente a los militares, sin aspavientos marciales, pero
con la convicción que da el poder civil en democracia, ordenó el mítico,
“capitán, mande firmes”.
Era abril de
2008. Zapatero hacía cinco días que
tuvo el coraje de nombrarla ministra de Defensa. Era la primera mujer que
dirigía un ministerio tan, tan señalado como de machos. Su imagen frágil pero
decidida, preñada, pasando revista a las tropas, nos emocionó y dio la vuelta
al mundo. Esa línea de la historia ya es suya. Los medios, sobre todo la tele,
se han acercado a la socialista desde todos los puntos de vista y han destacado
múltiples facetas de su trayectoria. Alguno de esos programas –Espejo público, Al rojo vivo, Más vale tarde,
Los desayunos, y muchos minutos en
todos los informativos- fueron casi monográficos, rendidos a figura tan
mediática. ¿Tratamiento desproporcionado? Comparado con la muerte de un
investigador, sin duda.
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