La cateta
(Artículo publicado el sábado, 24 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Regresó a
España, a la tele, y al plató de un programa estrella como invitada, como una
luz cegadora, como el maná, como el mesías que sube al monte, escribe la ley, y
baja a ver los mortales para echar un ratico con ellos. Después de unos meses
fuera de España, qué bien se está en casa, dijo, tuvo a bien hacernos partícipe
de su regreso, ella, Mariló Montero.
Seguro que mucha gente no tenía ni idea de que esta señora se fue hace ocho
meses a Nueva York porque en los mercados seguía habiendo lechugas, abrías el
grifo y el agua manaba, el PP ha seguido haciendo de las suyas con la justicia,
afilando la punta de su bota para sanear aquello que no se ajustara a su
interés, y hasta el aire seguía ahí sin que el planeta entrara en implosión
irreversible. Pero Pablo Motos,
melifluo y sin garra, la recibió en El
Hormiguero como una especie de tótem, de eminente pensadora.
El resultado fue
uno de los programas más necios, aburridos y cargantes de los que he visto. Eso
de “viene a divertirse al hormiguero” quedó en “vamos a machacar a la peña con
las payasadas solemnes de la navarrica”. Mariló quiso demostrar en todo momento
que su paso por Nueva York le ha cambiado, que es otra, que tiene ideas
revolucionarias para darle la vuelta a los programas de televisión, que no
aceptará cualquier cosa, que su cabeza tiene dentro lo nunca visto, que allí se
ha hecho una experta en análisis político, y para demostrar todo eso, como
hacen los mediocres, se puso intensa, huera, petulante, sin sentido del humor,
grave. Insisto, una petarda que arruinó la noche. Cuando contó su batallita
para conseguir, por favor, por favor, una foto con Woody Allen y la forma de abordar a un espantado George Clooney, salió la verdadera
señora, una cateta en NY.
No hay comentarios:
Publicar un comentario