El plató
(Artículo publicado el martes, 28 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Como todo el
mundo sabe, y más en TVE, y más en La 1, y más en el despacho de los jefes, y
muchísimo más Sergio Martín, de
lengua corta sílabas, el problema de Los
desayunos no es ni la pésima calidad de la leche ni el café aguado, ni el
azulillo de las letras ni el escaso interés de los invitados, ni los
tertulianos cortados por el mismo patrón ideológico, casi todos conservadores,
ni el sesgo partidista ni el hedor de su entreguismo al Gobierno. No señor. El
problema de Los desayunos es el
plató. Todo el mundo lo sabe. Usted, aunque no se lo crea y le importe una
cagarruta de cabra salvaje, también. El plató es el culpable de que programa
tan principal, en manos de periodista tan sumiso, no levante cabeza. En
setiembre, con la nueva temporada, llegó este señor, sustituyó a María Casado, y cayó en picado la
audiencia. Aunque no se le entiende mucho porque su dicción es prima de la que
usa Javier Cárdenas, algo se pilla.
En lo que
llevamos de curso televisivo se ha cambiado dos veces el tinglado. Un pastón.
El primer cambio de cromos rondó los 300.000 euros. ¿Cuál ha sido el resultado
con el nuevo plató y la nueva infografía, pero con el mismo espíritu de
protección partidista y gubernamental? Pues idéntico bodrio, pero reluciente. Los desayunos tiene la misma enfermedad
que el Telediario ya que ambos forman
parte de idéntica cuadra. Pero si hasta la sentencia judicial contra el ex
ministro José Manuel Soria, que
prueba que el amiguito de Rajoy
disfrutó de unas vacaciones a todo tren pagadas por un empresario hotelero, se
ocultó en la edición del mediodía. Así que nada, a ver cuánto les dura este
plató. Que tiene la culpa de todo.
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