Luz de luna
(Artículo publicado el martes, 2 de marzo, en diarios de EPI PRESS)
Esta no es una
columna de crítica de cine, y ni siquiera el que escribe es algo más que un
espectador común que de vez en cuando va a la sala grande y sale de ella
diciendo me ha gustado o no me ha gustado esta película. Así que perdonen el
atrevimiento, pero les traigo hoy aquí las sensaciones que me produjo Moonlight, la película que dirige con
pulso exquisito y sensibilidad de mago Barry
Jenkins. En los Oscar se alzó, como ya sabemos, con el máximo galardón, el
de mejor película. Gala, la de este año, que será la del error de los
presentadores Warren Beatty y Faye Dunaway, que leyeron mal el sobre
y atribuyeron el triunfo a otra de las favoritas, La La Land. Que triunfe Moonlight
este año, en los tiempos del necio y venado Donald Trump, es algo más que el triunfo de otra película que
pasará a la historia de esos galardones de trascendencia mundial.
No sólo es una
película con protagonistas negros y pobres de los suburbios de Florida sino que
es una historia de negros que trafican con el menudeo de la droga pero tienen
valores que se convierten en referente. No sólo es una historia con
protagonistas negros sino que el protagonista es un negro que descubre que le
atraen otros chicos, dato que es algo más que una anécdota en el mundo en que
vive. Y por si fuera poco, el director es también negro. Además, en esta
historia dura y hermosa, conmovedora pero nada cursi, el actor Mahershala Ali, musulmán, se llevó el
Oscar al mejor actor secundario. No es fácil hablar de sentimientos, de amor y
deseos, con la brillantez y el magnetismo con el que se habla aquí, y no es
fácil encontrar a unos actores en un estado tan sobresaliente de plenitud. Si
pueden véanla. Déjense iluminar por la luz de la luna.
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