Say no, no, no
(Artículo poublicado el martes, 17 demayo, en diarios de EPI PRESS)
De nuevo,
esquinado. De nuevo me asomo a algunas ventanas, husmeo en algunas redes
sociales, y me detengo en algunas pantallas a ver si me salpica algún furor,
algún eco, un poco de la pasión que advierto en mis semejantes, en algunos, es
verdad, en algunos, pero no lo consigo. El sábado fue un día grande, de los
gordos. Para la gente del fútbol y para la gente que sigue con algo más que
interés Eurovisión. No vi ni una cosa ni la otra pero sé de ambas por terceros.
El Barcelona jugó aquí, cerca de mi casa, ganándole al Granada, pero me enteré
porque pregunté qué pasaba al escuchar cohetes reventando en el cielo del
pueblo. Me quedé como estaba. Es que el Barça ha ganado la Liga, dijeron,
esperando que mostrara algún entusiasmo. Nada, frío, como un tempano. Luego vi
las imágenes de gente gritando de alegría, agitando las camisas, abrazándose, y
a los del equipo campeón formando un corro dando saltitos en el césped del
estadio granadino.
Con lo de Barei, igual. Que perdiera y se quedara
en un ridículo puesto 22 de 26 no me pilló de sorpresa. Necia copla cantada en
un idioma ajeno, infantil baile de pies, patético intento de dramatizar
fingiendo una caída, baile de coros y danzas, en fin, un disloque en un
festival que en nombre de la música da la espalda a la música, como los que
usan el nombre de dios en vano. El festival de Eurovisión lleva años dejándome
en la orilla. Las exageradas expectativas anuales, la machacona maquinaria de
TVE espabilando a los fieles, los augurios de que “este año será nuestro año”
forman parte de un circo del que nada me atrae. Vi el vídeo de la actuación de
la señora Bárbara en mi ordenador. Y frío, como un témpano, lo tuve claro. Say
no, no, no, no
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