Nacidos para
ganar
(Artículo publicado el domingo, 15 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
La divina, y a
veces burra y divertida Victoria Abril,
se ha dado un garbeo por España promocionando su última película. Victoria
Abril es un cañón verbenero a la que no veo desde la edad del hielo de la
Primavera Cinematográfica de Lorca en su décima edición. Era marzo de 2006, y
la actriz presentaba en el Teatro Guerra uno de sus caprichos de consentida, su
primer disco, “Putcheros de Brasil”. No, no es lo mejor que he escuchado en mi
vida, pero tenía gracia su voz ronca dándole al portugués brasileiro y
chispeante. Han pasado 10 años. 10 años de tantas cosas. En Likes, el programa de Raquel Sánchez Silva para el canal #0
de Movistar, producido por 7 y Acción, la de Pablo Motos, dicen que ven la vida “a través de las redes
sociales”, y que quiere ser “entretenido, divertido, informativo y viral”. Pero
va a ser que no, al menos el día que toca “si no quieres caldo, toma dos
tazas”. Nada es así si en el plató está Mario
Vaquerizo, ese ser estrambótico y patético. Y está. Este avispado habla en
femenino, pero no como revulsivo, no para reivindicar eso del lenguaje igualitario
–pamplina ridícula del todos y
todas,
españoles y españolas, obreros y obreras, o el lenguaje y la lenguaja, como
circula por la red una coña sobre el asunto- sino porque ella, seguro que le
gusta el femenino, es la más moderna, la más descarada, la más guarra y
perdularia. Vamos, para vomitar. Sólo tienen que verla como jurado –o jurada-
en Levántate. All start, el último
mojón de Telecinco, copia china de Tu
cara me suena. Pues bien, a Likes
acudió Victoria Abril para hablar de “Nacida para ganar”, comedia de Vicente Villanueva, con Alexandra Jiménez y Cristina Castaño, pero donde más me
gustó fue en su visita a Late Motiv,
lo de Andréu Buenafuente.
Say yay, yay, yay…
Junto a la
malagueña, que vive en Francia, donde trabaja en una serie de mucho éxito, se
sentó la mujer de Buenafuente, Silvia
Abril, parodiando a Victoria. Consiguieron unos minutos de televisión
memorable, cómplice, inteligente, esa televisión que te deja buen sabor de
boca, esa que de repente, sin darte cuenta, hace que te descubras en un
ambiente plácido donde te dejas llevar sin estar tenso. Lo contrario a lo que
sentí viendo lo poco que vi de la última entrega del mencionado Levántate. All stars. Hay que tener
cuajo para soportar las caras de vieja desdentada y loca de Vaquerizo, para no
esputar cuando oyes sus estúpidos comentarios. Hay que tener inmensas
tragaderas para no salir cortando cada vez que Alaska se pone intensa evaluando la actuación de un tal Toño Sanchís, el que fuera
representante de Belén Esteban, o
para no llorar de incredulidad cuando aparecen Los Chunguitos dejando su rastro
de premiada ignorancia, de estulticia alabada, su perfil de cromañones servidos
como pasto de una audiencia conquistada, abducida y catequizada por los valores
que fomenta con soltura Telecinco, nacida para ganar –50 millones este primer
trimestre del año trasegando espectáculos basura-. Jamás volveré a sentarme
delante del televisor para ver esa mamarrachada que presenta con alucinante
naturalidad Jesús Vázquez, que ha
dicho que está feliz porque, al fin, tiene un programa donde se siente más él
que nunca, y que Vaquerizo es puro espectáculo, oro puro –de verdad que me
pregunto si el equivocado soy yo, que seguro que sí-. No acaba mi drama ahí.
Otra que nació para ganar –menos Eurovisión, seguro-, es Baréi, ya saben, la del festival. En realidad se llama Bárbara,
pero ella es distinta, tiene edad de señora, pero hace cosas de niñata, pone
caritas a la cámara, y abre sus deditos así, con la v de victoria, o se tapa la
boquita así, como la enfermera del cartel que pide silencio, o baila liando sus
pies como una trilera trasnochada. En el año del 400 aniversario de la muerte
de Cervantes, TVE se pasa el español
por el chichi y en Estocolmo permite que
Barbarita cante, Say yay, yay,
yay. Ni Los Chunguitos, nacidos para espantar.
El pujante Pujalte
Pero el que esta
semana ha dicho aquí estoy yo, que lo tiro, ha sido Mariano Rajoy. No se ha ido la campaña electoral del 20D cuando ya
tenemos encima la del 26J. Así que el vídeo de Rajoy, como el nuevo caso
aislado diario de corrupción, blanqueo de dinero, o financiación ilegal del PP
valenciano, que no falla, ha llegado a casa. Buff, la leche. Es ese tipo de
vídeos que te hace vibrar, que te levantan del asiento, que si fueras público
de Levántate. All Stars no te sentaba
de nuevo ni tu madre a cogotazos. Es ese en que, maquillado como un travesti de
burdel barato, habla desde la Moncloa –uso indebido de instituciones públicas,
dicen desde el PSOE- para recordarnos que el fin del mundo está cerca si el
personal, gilipollas, vota lo que no debe. Los ojos de Rajoy, que siguen con
dificultad el texto que le han puesto delante, son un poema descarriado. Su
lengua baila en la boca, y su gesto de permanente espanto y despiste acaban
siendo el mensaje. El resultado, un hombre acabado, monocorde, tramposo, mortecino,
frío, antiguo, cansino, gris, un tipo nacido para aburrir. Cuando el martes
firmaban Pablo Iglesias y Alberto Garzón la alianza entre Podemos
e IU el cielo se desgarró manando el veneno de la birra del pacto, y Rajoy el
indecente, y Pedro Sánchez el ruiz y
mezquino, se miraron con amor pensando en el yogurín Rivera para encamarse la misma noche del 26J. Oh, pero nadie
contaba con el pujante Pujalte, don Vicente
Martínez Pujalte, el payaso de la política, el tipo que iba en nombre del
PP de plató en plató para hablar de decencia y honradez con su puntito
chocarrero que ahora descubrimos como estrategia de despiste, para enmascarar
sus tropelías, este tipo, este murciano choricero, es un pillo de libro.
Investigado por presuntos delitos de falsedad documental y cohecho, el pájaro,
ahora exdiputado, se contrataba a sí mismo gracias a ingenierías financieras de
sinvergüenza que pone el cazo simulando que trabaja. Vamos, un perla. Nacido
para estafar. Como el personaje de Victoria Abril en la peli mentada.
La guinda
Lujuria adolescente
Al cabo de los
años nos enteramos de que los jovencillos de Física o Química, la mítica serie de Antena 3 para adolescentes
carpeteros, era una bacanal después de la grabación. Todos con todos. Lo dijo
hace tiempo Úrsula Corberó, que
trabajó en la serie y ahora es la hija del embajador español en Tailandia –La Embajada, miércoles, Antena 3-. Pero
ahora la noticia ha sido recuperada. Y arrasa en las redes. El sexo es un valor
seguro.
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