Periodistas
(Artículo publicado el martes, 3 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Somos la leche,
escribía hace unos días Pedro Simón
refiriéndose a los periodistas en el sentido que algunos empresarios y editores
dan a estos profesionales, es decir, algo así como hacer periodismo sin
periodistas, paradoja que encaja en un mundo donde prima la comunicación pero
cada vez es más irrelevante la información. Se atesoran usuarios, no lectores.
Algo así como los “amigos” de Facebook. O sea, contactos, no compañeros del
alma, compañeros. En este ambiente raro encajan tipos como el magnate Juan Luis Cebrián, que fomenta un
periodismo sin periodistas en cuanto el periodismo le roza la barba. En este
ambiente de podredumbre y éticas demediadas, de integridades laxas, se viven
bochornos a este lado de la pantalla que al otro lado, en el plató, sólo son
motivo de risa, comentarios de amigotes de farra, y minutos de televisión
–pública- vergonzosa.
Sucedió el
viernes pasado, durante la emisión de La
noche en 24 horas, una desganada cita con una tertulia abotagada, sin vida,
que presenta Sergio Martín, el señor
que habla dejándose por el camino un puñado de sílabas, haciendo muy difícil
entenderlo. Como la cosa más normal del mundo -a ese grado de impudicia se ha
llegado- se quejó de que a “las estrellas rutilantes de la televisión que me acompañan”
no les llegara invitación para ver el Mutua Madrid Open –donde juega Rafa Nadal-. Yo me dejo invitar, decía
el devorador de sílabas, con elegancia, pero lo paso mal por vosotros, ¿cómo os
pueden ningunear de esa manera? Lo dicho, nos dejamos invitar al partido o a
comer, concluyó el periodista. En la mesa, Alfonso
Rojo, vaca que muge y hasta te revuelve las tripas, pidió a Villar Mir invitaciones para todos. Lo
dicho, esta gente es la leche.
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