Hoy,
debate
(Artículo publicado el martes, 13 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
(Nota: el asesinato en León de la presidenta de la Diputación paralizó la actividad política, y este debate, previsto para el martes, se realizó anoche, de ahí que me refiera a la serie de Telecinco, que se emitía el martes.. joder, qué rollo, pa ná)
El bipartidismo celebra hoy otro pasito hacia su definitivo
desmoronamiento. En La 1, esta noche, se pondrán una frente al otro para
teatralizar sus divergencias. Qué hartura. A esa hora, la semana pasada, media
España estaba pendiente del final de la primera temporada de El Príncipe, que como no podía ser de
otra manera ha dejado muy arriba las expectativas para la segunda. Donde se
ponga la mirada de Hiba Habouk que
se quite la somnolienta gravedad de Elena
Valenciano, donde se ponga la convincente boca de Samy Khalil, que se esconda el amojamado verbo de Miguel Arias Cañete. Perdonen la
simpleza de esta ridícula comparación. Valga como símbolo de un momento,
retrato de una situación, resultado de un hartazgo monumental, de una no tan
larvada desconfianza en la política. Y es curioso, porque aunque uno siga
creyendo en su utilidad, son los propios políticos los que resultan patéticos
justo en momentos en los que deberían ayudar a los ciudadanos.
Lo bueno de esto, lo descacharrante de estos tinglados es que el
aparato de los partidos se permite elucubrar, pensar si dan el sí al debate,
estudiar si les conviene, decidir cómo se hace el encuentro, a qué riguroso
esquema ha de someterse la cadena que lo emita. Y no, no debería de ser así. Un
partido no puede decidir si hay o no debate. La respuesta es sí o sí. Es el
ciudadano el que decide no ver ese cara a cara porque le aburre, porque a esa
hora hay otro programa que le interesa más, y porque quiere enviar un mensaje
de malestar, una queja en forma de indiferencia. Ni PSOE ni PP han de perder el
tiempo en ver si llegan a un acuerdo. Trabajan para nosotros. Soy yo el que
decido si los veo o no.
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