MasterChef y Cataluña
(Artículo publicado el sábado, 23 de diciembre, en diarios del grupo ELI PRESS)
Llámenme
radical, exagerado, incluso antiespañol o anticatalán, pero igual que no
dejaría a un hijo mío solo ante la tele un día de elecciones, aunque fuesen las
de Cataluña, tampoco lo dejaría presentarse a Mastercheff porque, porque no. Un niño solo ante la tele cuando la
pantalla se llena de gente que va al colegio a ejercer su derecho al voto es un
nene que se prepara para recibir los primeros rudimentos democráticos del
futuro ciudadano, pero ojo, si lo dejamos solo con el mando en la mano tal vez,
porque el demonio no para, la criatura se harte y, oh, válgame el cielo, acabe
en una pantalla donde una grafóloga analiza la letra de María Lapiedra, una estrella del porno creo que en retirada para
ver si cuando le dice al periodista Gustavo
González, órbita Sálvame, que
quiere casarse con él, es verdad o finge como en sus polvos de ficción.
Pues eso, si no
dejo a un nene solo ante la tele, tampoco lo presentaría para ser cocinerito en
Masterchef. ¿Vieron el estreno de la quinta
temporada en La 1? Papás, mamás, no hay ninguna razón, ninguna, de verdad, para
que vuestro hijito se ponga a llorar como un descosido porque no ha pasado la
selección y el estricto jurado no sólo no le ha dado el delantal acreditativo
sino que le ha dado una patada en su tierno culito y lo ha mandado a casa.
¿Vieron cómo lloraban los nenes no admitidos? Un hijo mío, llámenme
antisistema, tiquismiquis, malafollá, o tío raro, no sirve como mono de feria y
espectáculo mientras pueda. Así de claro. Imagínense lo que pienso de lo que
queda de Masterchef junior. Por
cierto, en Cataluña ganó La Sexta.
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