La pota
que te parió
(Artículo publicado el domingo, 2 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Una pota de Chicote es un punto de audiencia, de
share, dijo Quique Peinado. O lo que
es lo mismo, cuanto peor lo pasa Chicote mejor lo pasa el espectador de Pesadilla en la cocina. Así es la ley.
Así son las tablas normativas de este negocio. Cuanto más grita y más
aspavientos hace Mila Jiménez, que
los hace a mogollón, que no para de hacerlos como una poseída, ya se retira el
pelo de la cara, ya se ahueca el gabán que le ponen, ya mira con el ojo
torcido, más sube la crema inmunda de esa taberna de parroquianas que se tragan
la bola. Alberto Chicote pasó por Zapeando
la semana pasada promocionando el estreno de la quinta temporada –regresó fuerte,
el jueves, con cerca de dos millones- y pasaron imágenes de momentos estelares
de esta nueva tanda. Y allí estaba Chicote con los ojos como platos, echado en
la pared de una cocina inmunda, aguantando la vomitera al ver lo que un tipo
sacaba de la nevera, una cosa grisácea, pastosa, podrida, con un olor
nauseabundo que traspasaba la pantalla, y que pretendía servirlo al cliente que
esperaba sentado en su mesa. Por favor, tíralo, tíralo, decía Chicote a punto
de potar tapándose la boca. Una pota de Chicote es un punto de audiencia. Una
lágrima de la Esteban… Bueno, hoy, en el mercado del barrio, las lágrimas de Belén Esteban están por los suelos.
Cualquier sardesca de las que fabrica Gran
Hermano hace más puntos que esta tiparraca. Una transparencia de Cristina Pedroche le marca un gol a los
de enfrente. Cuanto peor lo pasa Chicote mejor lo pasa el espectador de Pesadilla en la cocina. Está escrito en
las tablas de la ley televisiva. Esa es la partida del reto al que cada semana Pablo Motos somete a Pilar Rubio, que al final, después de
su errático paso por Mediaset, en su rincón de El Hormiguero, parece haber encajado. Nada menos que dos minutos y
medio aguantó la mujer bajo el agua para superar su propio récord, que estaba
en dos minutos trece segundos. Cuanto peor para ella, mejor para Pablo.
A la calle, hombre
Por cierto, volvamos a la
órbita ¿Laika? No, a la órbita Sálvame.
La dirección de ese grupo de caníbales está que se relame. Cuanto peor le va a
alguno de los suyos, pero no en la rifa del día para ir a por este o la otra,
sino peor en la vida real, mejor le va a la dirección y a la audiencia,
hambrienta de sangre y lágrimas, fingidas o no. Creo que el deformado del
bisturí, con su consentimiento, Kiko
Matamoros, y su mujer, que se hace llamar Makoke –no me pregunten por qué ni cómo- se casaron ante dos
revistas del himen para luego pasar por taquilla con la exclusiva de la
tontería esa del vestido de la novia. Pero un tal Jesús Manuel, místico del cotilleo, un segunda fila, una de esas
mosquitas muertas que las matan con el rabo, filtró el tesoro del negocio a
otras revistas, que publicaron un momento de la boda donde se veía, como mi
barriga cuando me miro al espejo, “el secreto mejor guardado”. La que llevan en
Sálvame hace dos semanas a cuento del
cuento es como el maná bíblico. Cuanto peor le vaya a Kiko, al Jesús Manuel
este, y a la Makoke esa, mejor les va a ellos. Hay otro caso reciente en el que
cuanto peor le vaya a un tipo, mejor nos va al resto, sí, un resto genérico, es
decir, cuanto peor le vaya a Alfonso
Rojo, mejor le va a este país, a la decencia, al periodismo y a esa cosa
vaga llamada dignidad. El director de un panfleto digital llamó “mangante,
chorizo, y sinvergüenza” en La Sexta
Noche a Pablo Iglesias. El de
Podemos lo denunció en 2014, y la Audiencia Provincial de Madrid condenó al
bocazas a pagarle 20.000 euros. Cuanto peor a Rojo, mejor al resto. Viva la
pota que nos parió. Por cierto, ¿ha enviado TVE a Rojo al desierto de la baja,
le ha quitado el título de tertuliano de la pública? ¿No? ¿Sí, pero…? Que sea
sin vuelta atrás el veto. TVE no puede contar con un señor condenado en firme
por mala praxis, por no ejercer la profesión con la honestidad debida. Antena
3, tampoco. Susana Griso debe de
poner a este señor en la puta calle para no manchar el buen nombre de Espejo público ni abochornar a la
audiencia. Sus potas son nuestros agravios.
¿Existe ya el PSOE?
O sus berridos son nuestro
descojone. Como cuando Leticia Sabater
dice que “somos muchos los artistas orgullosos de apoyar al PP”. Arte y PP es
un sindiós. Igual que Leti y artista es un estrambote. Pero como no hay dos sin
tres, aparece por el horizonte el que se retrataba con media España y que saltó
al mundo del fango como el Pequeño Nicolás,
al que han contratado en Telecinco para visitar las casas de personajes en
evidente descomposición e interés entre morboso, lastimero y de perdidos al río.
Y ahí aparece la autora de la “Salchipapa”, señora a la que, por segundos, dice
admirar la estrella descarrilada de Gran
Hermano, Jorge Javier Vázquez,
que al parecer es una estatua de sal que, en palabras como cañonazos del primer
ganador del concurso, Ismael Beiro,
“lee muy bien”, es decir, que Jorgeja lo hace fatal porque sólo está pendiente
de seguir el guión mirando a la pantallita. La verdad es que me da igual. Sigo
en mis trece y me niego a verme sentado ante la pantalla viendo semejante
tontería. El avispado Nicolás llegó a casa de la artista orgullosa de apoyar al
PP y ésta en vez de la salchicha le lamió el cogote. Chicote pota viendo lo que
esconden las neveras de sus restaurantes. Uno pota viendo imágenes como la
mentada. O la convertida en reto nacional a ver quién tiene la santa serenidad
de no escupirle a la pantalla con bolas de comida fermentada al ver a una
ristra de chorizos encabezados por Rodrigo
Rato, Miguel Blesa, o Gerardo Díez Ferrán, el que fuera zorro
en el corral de gallinas de la patronal que dijo que había que trabajar más y
ganar menos, la pota que lo parió, en el juicio sobre las tarjetas opacas de
Caja Madrid. Cuanto peor les vaya, mejor nos irá. Al revés también funciona la
idea. Cuanto mejor le vaya al PP, peor nos irá al resto. Y así hasta la pota
final. ¿Por cierto, el PSOE existe ya? Ay, Pedro
Sánchez, pota un poquito más y vete. Cielo.
La guinda
Al futuro
El martes regaló La Sexta uno
de esos programas que ennoblecen a muchas partes, a la cadena que lo emite, al
equipo que lo firma, y al espectador que lo ve. Enviado especial quedó en la última entrega como Enviado al futuro, y Jalís de la Serna fue mostrando lo que,
cociéndose hoy, en arquitectura, medicina, u otros campos, conformará el
futuro. Asombra lo que veremos gracias a impresoras gigantes con capacidad 3D.
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