Grandes
(Artículo publicado el martes, 25 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Anoche emitía La
2 un Imprescindibles dedicado en
verdad a alguien imprescindible en la marca España, en el haber del talento y
la emoción. Eso lo viví embobado el viernes por la tarde en el teatro Campoamor
de Oviedo durante la entrega a Nuria
Espert del premio Princesa de Asturias de las Artes –ocho modalidades en
total-. Así, de la forma más natural, pasó de ser una mujer agradecida por el
premio recibido ante su auditorio, y la audiencia en casa, a convertirse en la
Doña Rosita de Federico, un Lorca que de nuevo, bisturí en mano,
nos lleva al filo del amor, del paso del tiempo, de la más simple crueldad, de
la decadencia y la tristeza. A veces el realizador de La 1, que emitió entera
la ceremonia, pinchaba planos del rey Felipe
y de la reina Letizia, tan perplejos
y emocionados como, supongo, estaba usted si en ese momento miraba la tele.
Casi nunca había
prestado atención a este tipo de ceremonias. Pero el viernes la vi, y si Nuria
Espert, sola, con su desgarro, con su forma de decir el texto de Lorca
justificaba estar ante la pantalla, la presencia de otra premiada, la académica
y divulgadora Mary Beard –Ciencias
Sociales-, elevaba a cimas de placer poco frecuente poder disfrutar de mujeres
cuyo talento aún está vivo. Nuria Espert en el teatro de La Abadía, Madrid, con
Incendios. Y Mary Beard en la serie documental que emite los miércoles 0# sobre
Cómo vivían los romanos, una serie
puntillosa, divertida, narrada con la pasión de esta mujer desgarbada y sabia.
Sólo un nombre más, el de Hugh Herr
–Investigación-, el hombre biónico, aunque más que el hombre máquina habría que
decir una máquina de hombre. Los grandes parece que no lo son hasta que caes en
tu propia pequeñez.
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