Cuchillas
para sus manos
(Artículo publicado el sábado, 9 de noviembre, en diarios de EPI)
No puede ser,
pero es. Veo imágenes en las que aparece un camión cargado de rollos de
alambre. Con él van a retocar las fronteras entre Marruecos y España, van a
arreglar la doble valla, la enorme doble verja que recorre kilómetros entre el
límite de los países. Las últimas estampidas de subsaharianos trepando por las
paredes las deterioraron. Alguna cabeza del Ministerio del Interior ha decidido
que hay que hacer las cosas bien, es decir, si se trata de impedir la entrada
de indeseables, hay que hacerlo con la cabeza bien alta, si es la guerra, hay
que ganarla, y si alguien cae, que sea el otro. En 2005, el Gobierno de Zapatero tuvo la feliz idea de coronar
esas mallas con concertinas, algo así como rollos de alambre festoneados de
cuchillas para que, quien intente entrar, se desangre, o al menos se corte las
manos, las rodillas, los pies, la cara, el hígado…
Aquello resultó
ser tan espeluznante que a los dos años, con voces de protesta por todas
partes, hubo que retirarlas. Ahora, el Gobierno de Rajoy, bendecido por Abdelmalik
el Barkani, delegado de la administración central en Melilla, ha decidido
que ya está bien, que a esas hordas hay que pararlas. El intermedio habló de esto, pero Wyoming es muy exagerado. Seguro que cuando estén colocadas y los
desesperados intenten saltar, saldrán los telediarios pringados de imágenes
desgarradoras, quizá editadas con músicas de alta poesía mientras vemos un
trozo de dedo, calcetines empapados en sangre, o alguna víscera movida por el
viento. Pero hasta que no llegue, a ningún político le quitará el sueño. Y
luego tampoco.
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