Generación
Melendi
(Artículo publicado el jueves, 14 de noviembre, en diarios de EPI)
No creo que sea cuestión de mal encaje en el día, en la hora, en
esas razones externas que nos resultan tan cómodas para que nuestra cabeza no
estalle culpándonos por el fracaso. Hablo de Generación rock, el último invento de La 1 para salir de ésta. O
sea, salir de ese desastre de audiencia, que huye en desbanda a otras latitudes
sin apenas mirar lo que propone la pública. Esta semana ha recibido un nuevo
varapalo esta alegre propuesta de los cantantes pensionistas pastoreados por
“ay, qué bueno estás”, Melendi.
¿Melendi?, qué nombre más feo, ya te pondré yo uno que me guste, le dijo al
asturiano una abuela arrobada sabiendo que su nieta la envidiaría. Esta semana,
además, a Tu oportunidad, ese
distante concurso empresarial, le han dado una patada del horario de máxima
audiencia para triturarlo en la madrugada.
¿Es que Generación rock
es un mal programa? Ni bueno ni malo. Es un etcétera para el entretenimiento
sin exigencias, un producto banal donde nada parece importante, ni la música,
aunque lo parezca, ni los cantantes, aunque parezcan la razón de peso, ni el
tal Melendi y su empatía, porque podría ser otro de los artistas de moda, ni la
idea, echarnos unas risas con los mayores -¿generación gamberra, junto al
programa de Antena 3?-. Quizá la pregunta que haya que hacer es otra. ¿Generación rock es un buen programa para
una televisión pública? Y aquí lo tengo claro. No, no lo es. Para la televisión
pública no es un buen programa. Es un programa fallido tal como está concebido
porque perpetúa el espíritu necio y superficial de la “generación Melendi”.
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