Elucubrar
sobre Andréu
Artículo publicado el martes, 19 de noviembre, en diarios de EPI)
Elucubrar es imaginar sin mucho fundamento. En gastronomía está
claro. Elucubrar sería hablar de un plato sin haberlo probado, ya sea del
aspirante al más alto podio del orbe de los chefs o de Karlos Arguiñano, apelando a las supuestas bondades del azafrán en
la salsa o de la combinación del dulce con la sal en escamas sobre la carne. En
televisión también está claro. Elucubrar es hablar sobre el programa que anoche
estrenó Andréu Buenafuente sin, como
es lógico, haberlo visto. El nombre puede darnos alguna pista, En el aire. Decir que estamos en el aire
es decir que estamos en directo, que se nos puede ver y escuchar, que la cosa
está en marcha ahora mismo. Pero en el aire también habla de precariedad, de que
en cualquier momento el tinglado se puede venir abajo.
Seguro que Andréu, y su productora, y La Sexta, donde recala de
nuevo de madrugada, echaron unas risas al decidirse por En el aire porque manejaron las dos acepciones. Cuando alguien de
peso de la tele regresa después de un tiempo la pregunta se repite. ¿Hará algo
nuevo o lo de siempre? Es como si “lo nuevo” fuese en sí un valor y “lo de
siempre” un lastre. No hay que ser tan tajantes. Andréu volvió con Berto Romero, lo de siempre, pero no
creo que Berto sea un lastre, es una joya. Andréu volvió como Andréu, pero es
que por muy “nuevo” que sea, Buenafuente es Buenafuente. Y volvió de madrugada,
un páramo arriesgado en la televisión actual. Se emite tardísimo. No importa,
seis millones de parados no tienen que madrugar, diría el mejor Buenafuente.
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