Cachitos
de hierro
(Artículo publicado el sábado, 17 de noviembre, en diarios de EPI)
El mundo debería de detenerse unos minutos los domingos a eso de
las diez de la noche y mirar a La 2, o al menos quienes tengan un poquito de
sensibilidad, sentido del humor y ganas de pasarlo bien. A esa hora, ese día y
en esa cadena, se emite Cachitos de
hierro y cromo. No me negarán que, hasta el nombre, suena bien. Es
acertado, cariñoso, dulce. Su contenido, también. En la primera entrega hace
tres semanas, Virginia Díaz explicó
que Cachitos es un programa de
música, pero “sin que nadie se tenga que batir en duelo o perecer en el
intento, sin más jurado ni sentencias que las que dicta el tiempo”. O sea, nada
que ver con lo que hoy llaman apuesta por la música cuando en realidad emiten
un mamarracho de programa –aspirantes, jurado, y bla, bla- que tiene que ver
con todo y muy poco con la música. Cachitos
de hierro y cromo es, además, un cachito de vida.
Son programas maravillosos, irónicos, de monográficos dedicados a
temas de lo más variado, desde música de gasolinera a artistas de sólo un
éxito. Es una nueva visita a las inagotables minas de oro del archivo de TVE.
Pero su montaje, la mirada de su director, Gero
Rodríguez, y el hilo conductor de la propuesta semanal es tan novedosa que
hasta el blanco y negro de alguna actuación resulta más vanguardista y moderna
que lo que vemos hoy. Y más atrevida. Hay actuaciones de los años 80 que hoy
resultarían de una provocación inadmisible. Y más. Para vergüenza de todas las
teles, hubo un tiempo en que en los programas de música actuaban grupos y
artistas de categoría mundial, y lo hacían en directo. No se lo pierdan, quizá
les guste. Es tan bonito el nombre…
Arqueología sentimental. Es Gelu cantando Jingle Bells en un momento de Cachitos de hierro y cromo, que La 2 ha vuelto a emitir. |
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