La
historia del mundo
(Artículo publicado el domingo, 24 de noviembre, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)
La noche del jueves, como todas las noches en televisión, hay mil razones
para ver lo que sea y no ver La 2, como todos los días. Mal hecho, espectador
malandrín. Los saltos de
David Janer
tirando flechas con plumas como
Águila
roja están muy bien, incluso es divertido ver la pelea entre el respirar o
el morir de la marquesa
Loles León
con las tetas más arriba del gaznate, pero la noche del jueves nos ofrece la
oportunidad de ver y entender cómo hemos llegado hasta aquí. El hemos es
genérico, total, es decir, que se refiere a la humanidad. La 2 emite los jueves
por la noche
La historia del mundo,
una producción de la BBC que desde el primer plano te hace ver por qué decir
BBC es decir calidad y ejemplo de televisión pública.
La historia del mundo nos sitúa, como especie, hace 70.000 años en
África, desde donde arranca la apasionante aventura de la vida. En África vivía
el Homo Sapiens, el hombre sabio, mientras el resto del orbe era territorio de
una rama inferior, el Neandertal. El documental de La 2 nos cuenta el largo
camino de la supervivencia del hombre marcado con la huella de la miseria y de
la gloria, de lo miserable y de lo extraordinario. De aquellos primeros humanos
venimos todos, así que, para poner el humo en la hoguera que corresponde,
nuestra primera madre fue africana. Desde entonces, según avanza la serie,
hemos pasado por todo, enfermedades, desastres naturales, hambrunas, guerras,
al tiempo que se crearon civilizaciones que aún brillan en la memoria colectiva
por su fascinación.
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Imagen del documental de la BBC que recoge las hambrunas, guerras, victorias, derrotas, civilizaciones... Es La historia del mundo recreada en una producción a la altura del prestigio de la televisión pública británica. Cuenta la historia desde que el Homo Sapiens, en África, origen de todo -todavía hay imbéciles e ignorantes que reniegan de esa cuna- da el salto y cruza a Europa y Asia en su lucha por la supervivencia hasta nuestros días. Se emite los jueves, a las 10 de la noche, en La 2. |
Taquicardia y vómitos
Seguro que
La historia del mundo,
en sucesivas entregas, nos irá acercando al desastre actual, el que toca ahora,
como otros tocaron en otros tiempos. Es lógico, y necesario, preguntase qué ha
pasado para que una especie que construyó pirámides que aún se yerguen en el
horizonte y fue capaz de dignificar las cuevas que habitaba con creaciones que
ninguna otra especie realizó haya devenido en una sociedad a la que le importa
más el preñado de la hija de
Isabel Pantoja
-por cierto, la conocida como
Isabel II
no tiene cara de pixel, tal como hasta ahora la presentaban- que la
desvergüenza de un fiscal que se convierte en abogado defensor de
Cristina de Borbón. El viaje de la
humanidad, tortuoso a veces y sereno y dulce otras, nos ha traído hasta esta
mancha diminuta en la esquina de los archivos de la historia donde, según el
ruido mediático, que refleja la escala de valores, cualquier actividad de
Belén Esteban, incluida la de firmar un
libro, da igual que lo escriba o no, interesa más que el metódico exterminio de
la investigación pública o la demolición por agotamiento de la ley de
dependencia.
La historia del mundo de
la BBC, cuando llegue la hora, seguro que pasa de puntillas tratando de evitar
el bochorno de ver una España en decadencia aquejada de una cursilería rampante
aunque tocada de una corriente de humor casi irreverente al hacer del anuncio
de la Lotería de Navidad una cita delirante con imágenes terroríficas de
Monserrat Caballé y de
Raphael. Cada vez que lo veo me da
grima. Fíjense en los dientes del tamborilero, en sus gestos, en esa boca como
articulada diciendo na, na, na, fíjense en los ojos de la soprano, en su
peluca, en sus pulquérrimos dientes blanqueados por cojones, tanto que ya hay
versiones del anuncio que firma
Pablo
Berger advirtiendo de que no se vea en casa a oscuras ni estando solo
porque puede provocar taquicardias y vómitos.
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Joder, este tío me resulta de un repulsivo incontrolable. Cuando lo veo mover sus mandíbulas articuladas, con esos dientes como encajados, me da repelús. Si a ese horror dental le añades el movimiento de la mano, eso de apretar la bombilla, la cosa adquiere tintes de una siniestra comicidad. Los del anuncio de la Lotería se han quedado este año con el personal. Ay, esa boca, esa cara, esos ojos espantados de Monserrat Caballé... Vamos, un delirio. |
El obispo y el putero
Hacía tiempo que un anuncio no despertaba comentarios tan jocosos. Se lo ha ganado
a pulso. Pienso incluso que nada es porque sí y todo estaba calculado, las
velitas, el color amarillento, la cancioncilla pastelera, el tópico de la
magia, la felicidad ortopédica, y ese aire de ñoñería y empalago aspiraban a
convertirse en el hazmerreír del que todo el mundo habla. Me pasa igual que con
el calculado incendio del arzobispo de Granada,
Francisco Javier Martínez, y la publicación del panfleto de la
italiana
Costanza Miriano en el que,
como sabemos, aconseja a las mujeres a casarse y a ser sumisas. Cualquiera a
estas alturas sabe que decir eso es armar la de dios, lo ampare un obispo cojonero
o su primo el imán de la mezquita de Granada, clérigos que en estas y tantas
otras cosas se entienden de maravilla. Lo del purpurado de la tierra de
Mohamed XII, más conocido como
Boabdil el Chico, el último rey nazarí,
de nuevo ahora en órbita gracias a
Isabel,
cuyas andanzas se acercan a la Alhambra, es puro despiste. Francisco Javier
Clemente es un obispo tridentino con negocios de todo tipo, desde agente de
viajes a editor, sin olvidar su afán de promotor inmobiliario como constructor
de escuelas. Los negocios del arzobispado son una vergüenza y una deuda que
ronda los 30 millones de euros, según
http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/chiringuitos-divinos/,
digital para quien “la Diócesis, que se nutre de fondos públicos, de donativos
de feligreses y de lo que recauda por las visitas al patrimonio monumental de
la Iglesia, ha ido tejiendo
una red de sociedades y organismos altamente deficitarios que utiliza
como agencia de colocación de militantes del movimiento ultracatólico Comunión
y Liberación, al que pertenece el prelado”. Mate a usted a
Cristo cada año para que luego le salgan pústulas como ésta. Es lo que dirá el
tauricida
José Ortega Cano, él mismo
carne de presidio, al ver a su hijo,
José
Fernando, un poligonero jovencito que ama los prostíbulos, en líos de
delincuentes en clubes de alterne. Cásese usted con La Más Grande y traiga al
niño de Cali, Colombia, para ser pasto de
Jordi
González en su viejísimo
Se enciende
la noche, al que
Buenafuente lo
cruje cada noche
En el aire con la
audiencia. Putero y, según su novia, una tal
Michu, que corre por los pasillos de Telecinco como una más de la
familia, drogata. Una perla. Cuando la mujer sapiens africana parió a su primer
bebé en otro continente jamás pensaría que la historia del mundo generaría mundos
con tanto desperdicio.
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Este menda, Francisco Javier Martínez, es el arzobispo de Granada, un caporal de la empresa católica. Es el editor del panfleto Cásate y sé sumisa, ese vómito provocador que, quizá, sólo quiera ocultar con el jaleo que está produciendo, los tejemanejes económicos de altos vuelos -con dinero público- de su sucursal. Lo alucinante es que, en nombre de este curilla, su tinglado debe un huevo. Pero aquí no pasa nada. Ya estamos nosotros para pagar esos desmanes a los que, por ahora, ningún Gobierno -es vergonzoso lo del PSOE, que dice una cosa con respecto a la multinacional católica cuando gobierna y otra cuando está en la oposición- ha puesto freno. |
La guinda
Cinco millones
Cuando
los expertos hablan de que puede haber rondado los cinco millones de euros la
emisión de Avatar, la película de James Cameron que Mediaset pasó la
semana pasada con atronador éxito, no muy alejado puede ser el cálculo. Es
mucho dinero. Por eso, la cifra es algo más, es el reflejo de la encarnizada
lucha por conquistar la audiencia del mes. Vasile
no puede permitir que gane de nuevo Lara,
el de Antena 3.