No la lió
(Artículo publicado el martes, 17 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)
Estrenó La Sexta
el domingo por la tarde Liarla Pardo
con Cristina Pardo, traviesa y
gamberra, cómoda en su papel de montar cirios y de liarla en el plató con los
invitados. Ha hecho bien la cadena en abrir esta ventana dominical con un
formato en directo que, como tiene su colega Telecinco en las antípodas de sus
contenidos, se puede adaptar a la actualidad, a lo que suceda en el país
durante el tiempo de emisión, algo sustancial, el de la información, con La
Sexta. Liarla Pardo, como se dice en
la promoción, aúna frescura, diversión e información, y Cristina Pardo tiene el
perfil de periodista ideal para ese cometido. Ver la lista de colaboradores, de
Roberto Brasero a Gonzalo Miró, de Jesús Cintora a Mikel López
Iturriaga, no sólo te da pistas sino
que es garantía de que la diversión puede ser cosa muy seria, de alto nivel.
Hasta aquí la
teoría. Vayamos con la realidad y lo que pasó de verdad en Liarla Pardo cuando comenzó el programa. A los 40 minutos me dieron
ganas de apagar la tele, o de cambiar de canal. ¿De verdad que hacía falta
tratar en este magacín, por más cachondeo que se le eche al caldito, lo del máster
de Cifuentes o las pensiones,
asuntos que no se han caído de la cadena en semanas y en el resto de programas
e informativos? No, en serio. Esperaba otra cosa. Subió el nivel del interés
con la llegada de Luis Troya, que
trató con humor, pero informando, el desamparo y la desnudez que tenemos en las
redes sociales. A partir de ese momento parece que Liarla Pardo, quitado el lastre político al ser tratado sin apenas
puntos de vista novedosos, empezó a volar con más frescura. Hay que ajustar la
máquina, equipo. Entonces sí, entonces la liaréis la tarde del domingo.
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