Despacito
(Artíuclo publicado el sábado, 12 de agosto, en diarios de EPI PRESS)
La cosa alcanza
niveles que se escapan al entendimiento, así que al estar Íker Jiménez y señora de vacaciones, el asunto se complica -¿están
de vacaciones, o la nave de la risa no descansa jamás?-. No es un fenómeno extraño,
incluso puede que el material aquí traído escape a los intereses de Cuarto milenio –no creo, la verdad,
porque a esta peña le interesa cualquier mamandurria que no pueda explicar con
sabia determinación Belén Esteban-.
Lo cierto es que, según colijo, soy el único español que a estas alturas de
mes, y tras algunos de matraca, no sólo no ha escuchado Despacito, la copla de
un tal Luis Fonsi y otro macarra de
nombre Daddy Yankee sino que al
escuchar trocitos de esa pieza de ritmo chinda chinda me han dado como arcadas,
como repelo, como asco. Ah, no entiendes nada, me dirán los amantes de estos
ritmos calientes que a mí, qué quieren que les diga, me suenan todos iguales,
todos.
El producto
comercial lleva meses dando tumbos en discotecas horteras, en emisoras
populares, en Youtube, en piscinas infernales donde sólo se escucha éste y
castigos similares con sus ritmos intercambiables. ¿Y qué tiene que ver este
desahogo con la tele de la que aquí se habla? Tiene que ver porque El programa de verano, con Joaquín Prat al frente mientras la
reina descansa, trató el otro día de dilucidar si la letra de este mojón es o
no machista. Para ello contó con expertos, los mismos que saben de todo, y
llegaron a la conclusión de que podía serlo, pero que no hay que tener la piel
tan fina, como piensa sobre la corrupción Rafael
Hernando, PP, cada vez que dice que la persiguen a muerte. Todo muy
profundo. Despacito nos olvidaremos de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario