Píntate,
Concha
(Artículo publicado el sábado, 6 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
Le descubrieron hace meses que tenía unos ganglios, pasó cuatro
veces por el quirófano, y se emborrachó de medicinas. Hablo de Concha Velasco, una de nuestras
artistas más versátiles y creíbles, haga lo que haga. Hace televisión, y uno la
cree y se la toma en serio. Hace teatro, y se convierte en la Hécuba que quizá
imaginó Sófocles, y el teatro de
Mérida se llena de ecos clásicos. Hace cine, y llena de registros la pantalla.
Es una trabajadora incansable. Lo mismo te zarandea como Teresa de Jesús que te baila un rock en un escenario. Durante su
enfermedad los medios han respetado su retiro, pero ahora que ha vuelto al
tajo, los medios celebran su regreso. Lo contaba ella misma el otro día.
Entraba en directo en la tertulia de Inés
Ballester –desde esta semana, Amigas
y conocidas es un programa en sí mismo, al margen del magacín de Mariló Montero-.
Empiezo a grabar
nuevas entregas de Cine de barrio,
dijo, y las chicas celebraron con algarabía ese regreso, el mejor para el
cuerpo y el alma. Otros programas recogieron la alegría de la actriz, que se
preparaba para recoger un premio de teatro, otro. Bueno, no otro. Era el Premio
Ceres Emérita Augusta de teatro, y en Mérida. Contó que pidió permiso a su
médico porque desde ahora aseguró tomarse las advertencias más en serio, y que
su médico le dijo que sí, que se fuera a Mérida, que estuviera con su gente,
que hiciera vida normal. Que fuera Concha Velasco. Ponte tacones y píntate, le
dijo. Y lo hizo. Las palabras de Juan Echanove
dándole el premio sonaron a sincera gloria entre las piedras milenarias con el
público en pie en la magnífica gala que emitió La 2.
Doña Concha, radiante, junto a Juan Echanove, que le entregó en el teatro romano de Mérida el premio Ceres. Foto: Jero Morales. EFE. |
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