La
pregunta del millón
(Artículo publicado el domingo, 19 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)
La inquietud, la
zozobra y hasta la lástima se apoderan de este observador de la tele y no puede
dejar de preguntarse lo que usted ya se preguntó muchas veces. ¿Tiene Ferreras camisas de otros colores? Después
de ¿quién le corta el pelo a Ana Blanco?,
España entera, incluyendo parte del extranjero, incluida Cataluña, la pregunta
que todos nos hacemos es esa, ¿tiene Ferreras camisas de otros colores? La
esposa pasó por El hormiguero y contó
intimidades de la pareja, y consiguió que el programa se convirtiera en el más
visto de la temporada. Pero no, sería una maldad absurda, de un machismo
zoquete, hablar de Ana Pastor por su
relación con el director de Al rojo vivo.
Pastor contó que se gastan un pastón en la niñera del crío y que se pican entre
ellos por los invitados para sus programas. Sin embargo la periodista se
sometió a las preguntas de Trancas y Barrancas para “hablar de mi libro” en
forma de nuevo programa, ¿Dónde estabas
entonces? -La Sexta, jueves, más de 2 millones de espectadores-. Seguro que
Pastor sabe si Ferreras tiene en el armario camisas de otros colores que no
sean el negro. Pero estando en El
hormiguero hay que hacer la misma pregunta. ¿Tiene Pablo Motos camisas de otros colores que no sean el blanco? Hasta Jean Paul Gaultier le diseñó el jueves
un nuevo atuendo en su paso por el programa. Tanto Ferreras como Motos tiran de
comodidad y se olvidan de lo accesorio para centrarse en lo importante. Tiene
que ser un coñazo pensar qué ponerse en un programa diario, así que ellos no
tienen ese problema, como sí lo tienen las mujeres, desde Ana Blanco –la encargada de vestuario anota qué día se puso tal o
cual chaqueta para no repetir- a Susanna
Griso, María Casado o Ana Rosa, que cada día, sí o sí, han de
salir a la plaza con atuendos distintos, sin repetir ni uno.
Amaia
la estreñida
Ya me gustaría a
mí leer lo que se diría en papel, lo que se escribiría en Twitter, las
bocanadas de bilis que se escucharían en las tertulias, y los aspavientos de
loca, con sus ojos espantados y su pluma desbocada, que desplegaría Josie en Zapeando comentando que Ana Blanco, Susanna Griso, Ana Rosa o María
Casado llevan siempre el mismo vestido, el mismo displicente patán que calla
ante la uniformidad de Motos o Ferreras. Machismo cotidiano, machismo de
consumo diario, machismo asimilado, incluso ese tipo de machismo tan machista
que no se vive como machista. Me hago otra pregunta que también tiene categoría
de ser la del millón. ¿Tiene Amaia
Salamanca caras con otros gestos? Afirmo que no, que doña Amaia tiene la
misma cara para un roto que para un descosido, para un polvo mañanero que si le
avisan de que su hermano en Amor en
tiempos de guerra se ha ido de nuevo al frente a matar rifeños de la cabila,
la misma cuando mira con arrobo a un maromo que cuando pilla un berrinche si le
regaña con ardor por necia Alicia
Borrachero, otra que siempre parece estar cabreada como un mona, qué mujer.
Siempre que veo en la pantalla a esta señora, a Amaia, le veo idéntica
expresión, sí, hay que decirlo, la misma cara de estreñida, que me perdone Ramón Campos –cabeza visible de Bambú,
la productora que la amamanta, mima, y cuenta con ella en cada nuevo proyecto
de la casa-. No la recordaba así en Sin
tetas no hay paraíso, pero si busco ahora la mítica serie donde Miguel Ángel Silvestre era el duque
canalla y amoroso, no falla, también ahí estaba la expresión de la actriz. Así
que vale preguntarse, ¿tiene Amaia Salamanca otros gestos que no sean el de
estreñida para todo?
Inda
y el PP
Si damos un
salto a la política, donde los uniformes hay que buscarlos en las entretelas no
de la apariencia sino del cerebro, nos topamos con Pablo Iglesias, la excepción, pues se pone el uniforme ideológico
por la mañana al mismo tiempo que sus camisas y esa otra extensión de sus ideas
llamada coleta. Pablo es como Amaia la estreñida. ¿Tiene Pablo Iglesias otras
caras que no sean la del estreñido, la del enfadado, la del cura que se afila
la uña del dedo para señalar y acusar al mundo de pecador de la pradera? Creo
que don Pablo está harto de la coleta, pero ya es rehén de ella y no sabe cómo
quitársela de una manera honrosa. Que acuda a Cámbiame, coño, que allí lo espera con los brazos abiertos el
equipo del programa. El gesto no se lo cambiará nadie, pero su imagen, eso de
“su look” que dicen los catetos, seguro que sí. Nada se le resiste al pelón Pelayo, a la pizpireta Cristina Rodríguez, a la que vi un día,
lo juro por lo más sagrado, y si miento que me castiguen a ver tres programas
enteros de La voz con sus
correspondientes intervenciones de los “coaches” –perdonen que me retire a
vomitar por meterme en la boca palabro tan estúpido- vi un día a Cristina
Rodríguez, digo, más pintada que una puerta de ocasión. Entre Pelayo y Cristina
seguro que apañan a Pablo, le cortan o le cardan la coleta, le hacen
tirabuzones, o se la tiñen de azul Lucía
Bosé –amante de los picassos ¿ajenos?- y firman el programa del año. Excuso
decir si pillan por el camino a Puigdemont
y hacen algo con su flequillo. Y ya puestos, ¿tiene Eduardo Inda otra sonrisa que no sea la de hiena que exhibe? Al PP
le gusta, como si fuera un cerdo, todo de Inda, al que presentó esta semana en
el Senado en la comisión de investigación de financiación de Podemos como,
atención, cójanse los sexos, destacado periodista de investigación, que volvió
a presentar las pruebas, con manchurrones de ir de un plató a otro, cocinadas
con pringue de photoshop, rechazadas por la Justicia. TVE sí informó de la
financiación de Podemos en el Telediario
–eso sí, sin música de El exorcista, como hacen en Informe Semanal cuando habla Puigdemont-, pero callaron cuando un
jefe de la UDEF dijo que había indicios de la mano larga de Mariano Rajoy y el PP con el dinero. Termino
con otra pregunta del millón de millones. ¿Tendrá Anna Gabriel otras camisetas, pantalones que no sean cagados?, por
dios bendito, la CUP que la parió.
La guinda
Censura
Con la altanería
del censor al que no le cuesta un euro su decisión -para eso estamos usted y
yo-, TVE guarda bajo llave producciones que se hicieron durante la época
socialista y que, según se ve, no agradan a la nueva dirección. Hay casos tan
ridículos como La república, con Félix Gómez, entre otros actores, de la
que se emitió la primera temporada y se cortó el rollo. laSexta Noticias habla de 18 millones tirados en un cajón.
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