El Gobierno y la tele
(Artículo publicado el domingo, 26 de abril, en diarios de EPI PRESS)
Vaya, vaya,
vaya. La que se avecina. No es el nombre de la serie de Telecinco, es la que se
barrunta en TVE, otra vez. Esta gente no para. No está contenta. Creo que el
lector sabe que por esta gente me refiero a La Moncloa. Están nerviosos. El año
trepida que da gusto. Y terror. Se acaba el pastel. Si llegamos a mediados de
año y el cuento del pan y los peces de la economía no acaba de llegar a las
neveras de la peña, y la corrupción en el PP es lo cotidiano, malo, muy malo. Y
como hay muchas vías que tapar, el Gobierno, el PP, y sus allegados, no dan
abasto cerrando agujeros. Algo hay que hacer. Ya. No haré una pregunta que ni
yo mismo respondería si no fuese por la bendita Wikipedia. Así que la hago sólo
de manera retórica. Desde que llegó Rajoy
al Gobierno, -parece cosa de demonios, pero sólo lleva tres años y medio-,
¿cuántos directores generales de RTVE han pasado por la Corporación, cuántos
directores de TVE sufrimos, cuántos relevos de peso ha habido en informativos,
en áreas calientes como economía, política, exteriores? Yo tampoco lo sé sin
consultar. Lo de menos es el número. Lo que alarma es el hecho en sí. ¿Por qué
tanto cambio y tan seguido, si en televisión los cambios no se pueden dar de la
noche a la mañana? Por la impaciencia de quien cree que la televisión pública
es un servicio, pero del Gobierno. Los gobiernos autonómicos piensan igual, y
actúan en consecuencia. Luego nos asomaremos a la verja para ver lo que se
cuece en la olla de la tele murciana, otra máquina que ha de ponerse a hervir
como una loca porque el mes que viene la gente volverá a las urnas y,
enarbolando el voto como un látigo, hay que dirigírselo al casillero correcto.
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Le quedan tres telediarios al frente de TVE. Es José Ramón Díez. No le ha dado tiempo ni a calentar el sillón. Pero el año electoral es un ciclón. Y el ambiente no pinta bien. La tele pública tiene un objetivo, como todos sabemos, servir al Gobierno. Y el servicio ha de ser a muerte, sin matices, con toda la máquina trabajando. Así que si este director no vale, se busca otro. Ya. |
Premio o castigo
Hace nada se
nombró a José Ramón Díez director de
TVE, pero se ve que su impronta no es la que esperaban los que se consideran
dueños del cortijo. Las cuentas no les salen porque las encuestas van como
vacas sin cencerro. Ya digo, son muchas piqueras que tapar. Se pudo domar un
poquito los estragos diarios que causaba Jesús
Cintora dando metralla en Las mañanas
de Cuatro a esa bruja llamada Sor Lucía
Caram, un tipa con los arreos de una monja que no tiene pelos en la lengua
y, dirigiéndose al presidente del Gobierno le suelta “Rajoy, la gente está
harta, escucha el clamor de la gente, millones no pueden vivir con dignidad,
trabajo ya”. Mediaset se tragó el veneno y sustituyó a Cintora por el más
templado Javier Ruiz, un periodista
muy didáctico que lo hace muy bien, de eso no hay duda, pero no se comenta aquí
su trabajo sino por qué pasó a Las
mañanas de Cuatro de un día a otro. El hartazgo del Gobierno y del PP con
el programa matinal de la cadena era evidente, y en ocasiones quedó claro en
rifirrafes impropios de un político con el presentador de un programa, como el
caso de Rafael Hernando, que es el
portavoz del PP en el Congreso, diciéndole a Cintora que mucha gente aún no
cree que la crisis es pasado porque el periodista y su programa se encargaban
de recordar los peores datos sociales en vez de resaltar los positivos en
economía, es decir, el diputado del PP no hace más que seguir la estela de
altos políticos de ese partido enmendando la plana a sus entrevistadores cuando
consideraban que éstos insistían revoloteando como cuervos en heridas que no
beneficiaban a su formación. Recuérdese la vergonzante reprimenda que María Dolores de Cospedal echó a Ana Pastor cuando ésta hacía Los desayunos de La 1, o las
impertinencias de Esperanza Aguirre
cuando en Al rojo vivo le han
preguntado en clave periodística por los escándalos propios o de sus allegados
–Ignacio González, Francisco Granados- y no, por ejemplo,
por el taller que le hiciera su vestido de chulapa. El Gobierno, y mangoneando
detrás el PP, tiene ahora la sartén, que enarbola como premio o castigo, de la
concesión de nuevos canales de televisión.
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Este momento ha pasado a la historia de la ignominia política porque recuerda la soberbia y el concepto que se tiene de la televisión pública de una señora como María Dolores de Cospedal, que abroncó a la presentadora del programa por no parecerle que hacía su trabajo como a la secretaria general del PP le hubiera gustado. Bochornoso. ¿Han cambiado algo los dirigentes de este partido en su relación con los medios, y sobre todo con los medios públicos? No, así de rotundo. |
Que aproveche
La decisión del
reparto de 6 canales, y por los que optan grandes y pequeños grupos, es una
zanahoria en manos del Ejecutivo. Si eres bueno, dócil, y no nos haces
demasiada pupa, serás recompensado. Si te empeñas como canal en seguir una
línea editorial muy agresiva contra el Gobierno, prepárate. Todos se juegan
mucho. Las cadenas, y el Gobierno, que tiene 6 meses para decidir, más o menos
el tiempo hasta las elecciones generales. A TVE no le da abasto tapar los
agujeros que crean los medios que no comulgan con la información amañada,
filtrada, lavada y expuesta que hace cada día el Telediario. Frente a la lectura triunfal e impúdica de los datos
económicos –cada día hay un bloque dedicado a ellos en positivo, sin matices,
sin “daños colaterales”- sale su equivalente en una tele con los ciudadanos que
lo pasan mal. Es tal el malestar interno en TVE con la manipulación que el
Consejo de Informativos llevó el asunto hace unos días a Bruselas. En este
marco de angustia, en donde se hace casi imposibles soslayar casos como el de Rodrigo Rato, Rita Barberá, Trillo o Pujalte, aunque se lleva a Lola I de la Mancha a los Desayunos para que diga que el PP es la
campeona contra la corrupción y que Rato ya no es el del redil, se enmarca la prevista
destitución del actual director y el nombramiento para junio –según Formula TV-
de Ángel Martín Vizcaíno, director
general de TeleMadird, una tele que simboliza como pocas la peor televisión
pública y la manipulación informativa. Vamos con Murcia, con su autonómica. La
de antes se cerró. Ahora se ha abierto otra. Es urgente que empiece a funcionar
a velocidad de cohete. Queda un mes para la cita de mayo. Se dice que uno de
los espacios estrella, un debate político, lo llevará Alfonso Merlos. Anímense, pillen vídeos del tarambana en su
“informativo” de 13TV. Dice cosas que ponen los pelos de punta sin que su
mandíbula estalle en pedazos. Es la ultraderecha de la ultraderecha. Y será la
estrella de 7RM. La elección no es casual. Que aproveche, murcianicos, que ya
lo hace el PP.
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Es un fake, claro. Me da igual. Viene bien al caso. Este señor podrá tener una lengua incontenible, de escopetilla de plomos. Pero detrás de esa apariencia de payaso que sale mucho porque la tele le encanta y no tiene vergüenza se esconde un personaje más tenebroso, maquiavélico, urdidor, trepa, manipulador, ese que va engrosando su cartera al límite de la legalidad, pero sin duda emponzoñando la ética y la decencia. TVE no da abasto tapando estos agujeros negros que le salen al PP en un año donde se juega mucho esta peña. |
La guinda
Al fin fuera
Se ha ido como
llegó. Ni interesó su nacimiento, ni su muerte. La alfombra roja palace fue otro subproducto de José Luis Moreno que jamás debió de
atender una televisión pública seria, y TVE lo era hasta hace un par de años.
Cuatro entregas se han emitido, a cual más deplorable y estúpida. Claro que el
entretenimiento ha de tener cabida en la pública. Pero no el entretenimiento
insultante. No haya paz para sus culpables.