martes, 24 de febrero de 2015

Maldeojos. La mafia



La mafia
(Artículo publicado el sábado,  21 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

      Que no, que no hablo del hampa, ni siquiera de los delincuentes a sueldo que, nada por aquí, nada por allí, han desaparecido el sumario del borrado de los ordenadores de Luis Bárcenas. Hablo de La mafia, y no, tampoco es ese clan socialista bajo el que unos se protegen a otros, y cuando unos están arriba, a pesar de decirle a Jordi Évole una cosa, por ejemplo que en cuanto alguien sea imputado, ese alguien sale pitando, pierden hasta la vergüenza, la memoria, y se bajan el pantalón de la dignidad ante los ciudadanos y donde dije imputado y a la calle ahora digo imputado y delito. Mafia. Descrédito. Lo de Pedro Sánchez sorteando a los periodistas en los pasillos del Congreso sólo es un poco mejor que lo de Rajoy porque, tratando de esquivarlos, al menos no salió corriendo por la puerta de atrás.
 
      No hablo de esta mafia. Hablo de la cadena de restaurantes La mafia, cuyo responsable de Comunicación, Pablo Martínez, se hizo en La Sexta El jefe infiltrado. El programa demostró, como tantas otras veces, cómo el día a día, y la gente de la calle tratan con absoluta normalidad lo que así es. Uno de los encargados de la franquicia de Granada, Richard, demostró ser muy exigente. El jefe quiso saber más de él, y habló con quien mejor lo conoce, su marido. Mientras, en el Metro de Madrid se investiga un documento que insta a los revisores a solicitar con más insistencia el billete “a gais, músicos, y mendigos”. ¿Gais, músicos, y mendigos? Entre el matrimonio homosexual granadino y el documento del Metro madrileño hay un abismo. En mitad, algún tarado que se resiste, como algunos políticos, a entender este tiempo. Esas mafias tienen los días contados. 

Richard, encargado de la franquicia granadina del restaurante La mafia, que participó en El jefe infiltrado -La Sexta, los miércoles por la noche-.


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