Continuidad
(Artículo publicado el domingo, 12 de julio, en diarios de EPI PRESS)
El informativo
que presenta David Cantero en
Telecinco ha subido su audiencia desde que la cadena emite otro de sus exitosos
truños, Cámbiame. El programa de
cambio de imagen con ayuda de un equipo de estilistas es más viejo que la tele,
pero va y viene de la parrilla como los eternos vídeos de primera, que no
acaban de irse nunca jamás. A la gente le gusta ver cosas que le pasa a la
gente. Telecinco es buena en cocinar ese gusto, condimentarlo con esmero,
batirlo a conciencia, y presentar el resultado con un grado de impudicia y
perversión muy notables. La cadena sabe quién es su público natural, y está
claro que lo aprovecha. Sabe que no se dirige a un público relamido, exquisito,
de gusto refinado y exigente criterio. Sabe que su público –con sus
excepciones, claro- no surge del lado de los catedráticos –aunque los haya como
tarugos- ni de la élite intelectual.
Lo sabe. Sabe
que su público es “pueblo llano”. Gente sin mucho nivel cultural, fácil de
entretener y muy exigente con la calidad de la alfalfa que le nutre. Tipo Sálvame, tipo Supervivientes, Gran Hermano,
Mujeres y hombres, Tengo una carta para ti, ahora Vaya fauna –el mismo planteamiento, pero
con animales- y también Cámbiame,
tele de entretenimiento de ínfima calidad pero de rentabilidad superior para la
empresa, que es lo que a la cadena le importa. Por eso a la cadena le importa
poco, muy poco, la calidad de sus informativos. Sabe con quién se la está
jugando. Sabe que su audiencia no busca el rigor informativo porque ni lo
valora ni lo disfruta sino una modalidad más del circo, una rama del
espectáculo. Y es lo que encuentra. El informativo de Cantero no puede ser un
corte brusco entre el hedor de Cámbiame
y la basura de Sálvame.
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