El miedo cambió de bando
(Artículo publicado el domingo, 7 de junio, en diarios de EPI PRESS)
El miedo cambió
de bando. Es la idea que resume el espíritu del 15M de hace cuatro años. Aquel
15M de 2011 no fue una línea dibujada en el agua sino un zarpazo en el corazón
y la conciencia ciudadana. Unos, la mayoría, dejaron de sentirse acobardados, y
otros, una minoría de apoltronados y profesionales de la amenaza, han empezado
a notar en su dodotis de algodón algo pegajoso, que raspa y escuece, y en su
alma de pedernal la inseguridad y el canguelo. El miedo ha cambiado de bando. Qué
hostia, qué hostia, vámonos, vámonos, decía con su voz de estibador noqueado y
su aspecto de garrapata acicalada que no sale del despacho Rita Barberá la noche en que los valencianos le indicaron la puerta
de salida, guapa, hala, fin de fiesta. El miedo ha cambiado de bando. Lo decía
también el otro día Jordi Évole tras
las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. Évole recibía el XI
Premio José Couso de periodismo en Ferrol, que sin embargo, a pesar de la
sensación de alegría general por lo que parece un cambio de aire, advertía que no hay que bajar la guardia y hay que
estar pendientes del poder. El compadreo se paga caro. El servilismo salvaje
también. La manipulación estructural tiene los días muy cortos. ¿Por qué estos
días cadenas como Cuatro, y sobre todo La Sexta, son referentes informativos
dejando en un rincón irrelevante a TVE, que tendría que estar a la cabeza?
Porque TVE lleva tiempo ejerciendo el papel equivocado como mamporrera del
poder, como protectora gilipollas del Gobierno y como enemiga de los
ciudadanos. Mientras Antena 3 alarga el debate político de Espejo público porque la actualidad marca ese cambio de tendencia, La mañana de La 1 sigue a su bola y
habla de diarreas y pérdidas de orina, o de olla, como la última de la inepta Mariló Montero, que en una de sus
imprescindibles reflexiones para entender este país relacionó la abstención el
día 24 de mayo con la pérdida de votos del PP.
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¿Habrá que explicar algo? |
Anormales en La Sexta
La reacción de
la dirección de la cadena pública ha sido cortar ese cachito del programa, así
que en la web de la cadena no queda ni rastro. Mariló dijo que un error lo
tiene cualquiera, y que los suyos se magnifican porque todo el mundo la observa.
Seguro que el miedo ha empezado a hacer mella en su privilegiado coco. Mientras
La Sexta hierve con el momento periodístico, retratándolo con invitados que
dentro de unos días simbolizarán el cambio, TVE, en una nueva deflagración
pútrida encabezada por el presidente de RTVE, José Antonio Sánchez –según los papeles de Bárcenas semejante perla
cobró más de 2.000.000 de pesetas del PP como columnista de ABC, antes de
destrozar desde los cimientos la televisión pública madrileña y ahora minar con
saña y perversa frialdad la televisión pública nacional-, explicó en la
comisión mixta de control parlamentario del Congreso hace una semana, sobre las
acusaciones –qué novedad- de manipulación durante la campaña electoral y el
especial del día de las elecciones, que contó con la suave María Casado y el discípulo avispado Sergio Martín, aquel que le dijo a Pablo Iglesias en La noche en
24 horas que seguro que estaría de enhorabuena por la salida de la cárcel
de los presos de ETA, que estaba satisfecho con los resultados y que sí, que La
Sexta dobló la audiencia de La 1, pero que eso no es lo importante “porque no
sé si ese tipo de debate y seguimiento le interesa al espectador”, y desde
luego que TVE sólo se puede medir con una cadena “normal” como Antena 3, y no
con La Sexta. Pues bien, eminencia, los anormales de La Sexta hicieron dos
millones y medio de audiencia y La 1 ni un millón. De nuevo, el miedo ha cambiado
de bando.
Acaba de decirlo hace unas horas en la comisión mixta de control parlamentario del Congreso de los Diputados: yo voto al PP y seguiré votando al PP. Es José Antonio Sánchez, presidente de la Corporación RTVE. Cada cual es libre de votar al partido que quiera, como no podía ser de otra forma. Pero las formas hay que guardarlas. Este señor no sólo no las guarda sino que ha hecho de RTVE una máquina para apoyar al partido que vota. Ya no es que a uno le parezca, es que no se esconden. |
TVE era, ya no es
Lo que ocurre es
que cuando alguien tiene miedo puede dar coces de mucho peligro. Y si no véase Así de claro, la pantomima de debate “de
entretenimiento” de la noche del lunes que presenta, por encima de sus
posibilidades, Ernesto Sáez de Buruaga,
el tipo que habla y opina más que sus tertulianos. Los trabajadores de TVE
dieron su opinión la semana pasada en un comunicado: a la puta calle, que se
cancele ese chotis que hace de la parcialidad ideológica un monumento al
agravio ciudadano. Es tan burda y zafia su manipulación que cuesta tomarse en
serio esa cita con el servilismo descarado, impropio de una televisión pública.
Para coronar el pastel nauseabundo del programa, entre los tertulianos se
cuenta con Fernando Sánchez Dragó,
que habló de meterle una hostia al nene que en la escuela amenazara a su hijo,
o que lo mataría si persistía en el acoso. Ah, como personaje tan íntegro dijo
al mundo mundial que jamás volvería a la tele, después de su paso por Telecinco
y El gran debate, y ha vuelto, y pidió
perdón “a diferencia de los políticos, que no lo piden aunque incumplan
promesas”. Emocionante. Qué tipo, cuánta honradez. Está claro que si la
desvergüenza se alía con el miedo, el cóctel es de ponerse el arnés y apretarse
los bajos porque nos puede llover por todas partes. Que el miedo cambió de
mando está quedando claro estos días. No es ya sólo el resultado de las
elecciones, que ha borrado como se borra un mal sueño a grandes cínicas, a
grandes profesionales de la marrullería política como Mari Loli de Cospedal o la condesa de la pataleta de niña mal
criada, como dice con delicadeza envenenada Manuel Carmena de Esperanza
Aguirre, esa antigualla, es que estos días, en un par de semanas, los
ciudadanos han hablado en las urnas y están hablando como “audiencia soberana”,
que decía Mercedes Milá refiriéndose
a quien posee el mando a distancia. Se acabó el miedo. El miedo ha cambiado de
bando. Hace unos años, cuando la televisión pública vivía su momento de
esplendor con el Gobierno de José Luis
Rodríguez Zapatero –es así, le cueste asimilarlo a quien le cueste- TVE era
el referente, el cobijo, el lugar seguro en los grandes acontecimientos. Hoy,
perdido el miedo, la audiencia se refugia en otros brazos. Que les den. Hasta
que llegue un nuevo día.
Manuela Carmena, que sigue usando el metro como medio de transporte, representa el aire fresco que parece haberse instalado en el ambiente y que llegará a las instituciones. Ella simboliza el titular de esta entrada. El miedo cambió de bando. Los ciudadanos parece que lo han perdiendo. Hay otros que empiezan a sentirlo patas arriba. |
La guinda
La vergüenza
Medio país
aguantó la respiración, según la importancia que le dieron las cadenas a la
salida de la cárcel de Isabel Pantoja
por permiso de cuatro días. Los programas de la mañana hervían con sus
conexiones, como si en vez de salir del trullo una delincuente que paga su
condena, saliera una mujer ejemplar. Este país no sólo se avergüenza de los
corruptos sino que a veces los aplaude. Artista, artista, le gritaban a la
puerta. Qué dolor.
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